domingo, 21 de abril de 2013

LA COLUMNA DE DIAZ TORTAJADA EN EOS.CARTA A UN COFRADE:SOMOS CORDEROS-PASTORES



Carta a un cofrade
SOMOS CORDEROS-PASTORES
Por Antonio DÍAZ TORTAJADA
Sacerdote-periodista


Querido cofrade:
No se imagina uno la reacción de los judíos de querer apedrear a Jesús cuando él solo estaba respondiendo a una pregunta hecha por los judíos:”¿Hasta cuándo vas a tenernos en vilo?, Si tú te crees el Cristo ,dínoslo abiertamente”.
Jesús les respondió “ya os lo he dicho pero no me creéis, las obras que yo hago en nombre de mi padre son las que dan testimonio de mí, pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas”.  
Lo interesante de la respuesta es que Jesús en lugar de decir: Sí yo soy el mesías, afirma “mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen”.
Israel era consciente de ser el pueblo de Dios, el rebaño que él guiaba. Jesús simplemente afirmaba que Él era el Mesías con el lenguaje judío de las ovejas y el pastor. Tal vez el problema pudo haber estado en afirmarle a los judíos que” Él les daba la vida eterna y no perecerían jamás, nadie las arrebatará de mi mano”. La afirmación era muy ambiciosa ¿qué judío podría dar la vida eterna? Los judíos no aceptaban tampoco que la mano del padre fuera la mano de Jesús: “Nadie las arrebatará de mi mano. Me la ha dado mi padre y Él es superior a todos”.
El disgusto de los judíos debió haber llegado al máximo cuando Jesús les dice: “El Padre y yo somos uno”, esto era más arriesgado que decir: Yo soy el mesías”, pues los judíos esperaban a un mesías que fuera un hombre jamás que fuera un Dios. Además la oración que ellos habían aprendido desde pequeños decía algo diferente: “Shemá Israel escucha Israel, el señor nuestro dios es el único señor”, de ahí la oposición de los líderes religiosos dado que para ellos era imposible que un hombre se hubiera hecho Dios ¡Hay que tener mucha comprensión con los judíos! y comprender la dimensión de lo que afirma Juan: “Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron”, el problema grave es que los suyos ahora somos nosotros.
El consuelo que recibimos del mismo Juan es”.....pero a los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les ha dado el poder de llegar a ser hijos de Dios” (prólogo). Son: “Mis ovejas escuchan mi voz (La palabra), yo  las conozco y ellas me siguen… yo les doy la vida eterna”. Por tener la vida eterna, “nadie las podrá arrebatar de mi mano”
En el Apocalipsis, segunda lectura, un anciano dialoga con Juan en su éxtasis para identificarle “los que estaban en pie, junto al altar en torno al cordero vestidos de túnicas blancas y palmas en las manos”, “estos son los que han pasado (como víctimas) por la persecución y han lavado sus túnicas con la sangre del cordero”, razón para que le sirvan día y noche en su templo… El que está sentado en su trono los protegerá continuamente” .
La liturgia jamás puede olvidar a las víctimas sobre todo las más vulnerables como son las desplazadas de sus tierras y desconocidas en la ciudad.
En la eucaristía del domingo o la semana no podemos olvidar las víctimas de la violencia o la inequidad, procurando que pastoralmente la iglesia las conduzca hacia soluciones donde no tendrán más que llorar antes de que sus lágrimas sean enjugadas en la Jerusalén celestial.
La Iglesia es decir, los creyentes, somos los corderos-pastores que debemos asumir el sufrimiento de las victimas sintiéndolo por la compasión como propio, solo la compasión nos imprime en el alma la misericordia como tatuajes.
Cordialmente,

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