FCM. Estamos
en Cuaresma, y nuestra Semana Santa Marinera de Valencia, de interés
turístico nacional, sentirá el Domingo de Resurrección el 31 de marzo de este
2013.Llegará la PASCUA
En el Grao, Cabañal y Cañamelar
tendrán lugar Encuentros y Comulgares de Impedidos.
Como dijo Diaz Tortajada:" En este Domingo de Pascua gritamos con todas nuestras fuerzas y desde lo más profundo de nuestro corazón: “¡Cristo ha resucitado de entre los muertos dándonos a todos la vida!”.
Este es el Domingo que le da sentido a todos los domingos en el que,
con la ayuda del Espíritu Santo, queremos hacer una proclamación de júbilo y de victoria que sea capaz asumir nuestros dolores y los transforme en esperanza,
A la luz de esta certeza hoy brota lo mejor de nosotros mismos e irradia con todo su esplendor nuestra fe como discípulos de Jesús.
Es así como la Buena Noticia de que Cristo ha resucitado cala hondo: se entreteje con nuestras dudas, con nuestro ensimismamiento en la tristeza, delatando nuestra pobre visión de la vida y mostrándonos el gran horizonte de Dios desde donde podemos comprender el sentido y el valor de todas las cosas.
El Domingo
de Resurrección, un día intenso y que una vez más celebraremos, un acto único
en toda España: nuestro Desfile de Resurrección, un acto lleno de color e
impregnado por la luz del Mediterráneo en el que participarán las 31
hermandades, cofradías y corporaciones que integran la Semana Santa Marinera,
y ponemos un brillante colofón a una fiesta
de INTERÉS TURÍSTICO NACIONAL.
Muchos
semanasanteros vivirán intensamente las fiestas josefinas en su máximo
esplendor y que hoy concluyen con la
Cremá, DIA DE SAN JOSÉ, Día del PADRE. Otros continuaremos
sumidos en esa espera, en esa cuanta atrás, que algunos iniciaron hace
bastantes días, y que este Vesta, está casi concluyendo, a través de las fotos
de Guallart. Estamos a 2 días para sentir en nuestras calles EL SABOR DE
NUESTRA SEMANA SANTA MARINERA DE VALENCIA, que comenzará con la Retreta en el Cañamelar.
Ven y sumérgete en ella desde el 21 hasta el 31 de marzo en nuestra Valencia
Marinera.
Como dijo Diaz Tortajada:" En este Domingo de Pascua gritamos con todas nuestras fuerzas y desde lo más profundo de nuestro corazón: “¡Cristo ha resucitado de entre los muertos dándonos a todos la vida!”.
Este es el Domingo que le da sentido a todos los domingos en el que,
con la ayuda del Espíritu Santo, queremos hacer una proclamación de júbilo y de victoria que sea capaz asumir nuestros dolores y los transforme en esperanza,
que
nos convenza de una vez por todas que la muerte no es la última palabra en
nuestra existencia.
A la luz de esta certeza hoy brota lo mejor de nosotros mismos e irradia con todo su esplendor nuestra fe como discípulos de Jesús.
Efectivamente,
somos cristianos porque creemos que Jesús ha resucitado de la muerte, está
vivo, está en medio de nosotros, está presente en nuestro caminar histórico, es
manantial de vida nueva y primicia de nuestra participación en la naturaleza
divina, de nuestro fundirnos como una pequeña gota de agua en el inmenso mar
del corazón de Dios.
Y
nos levantamos con una nueva mirada sobre el mundo porque la resurrección de
Jesús tiene un significado y una fuerza que vale para toda la humanidad, para
el cosmos entero y, de manera particular, para los dolorosos acontecimientos
que afligen a la humanidad.
La Buena
Nueva de la Resurrección de Jesús
es palabra poderosa que impulsa nuestra vida.
Por
eso en este Tiempo Pascua que estamos comenzando tenemos que abrirle un surco
en nuestro corazón a la
Palabra, para que la fuerza de vida que ella contiene sea
savia que corra por todas la dimensiones de nuestra existencia y se transforme
en frutos de vida nueva.
Es así como la Buena Noticia de que Cristo ha resucitado cala hondo: se entreteje con nuestras dudas, con nuestro ensimismamiento en la tristeza, delatando nuestra pobre visión de la vida y mostrándonos el gran horizonte de Dios desde donde podemos comprender el sentido y el valor de todas las cosas.
Cristo
resucitado se hunde en nuestro corazón y desata una gran batalla interior entre
la vida y la muerte, entre la esperanza y la desesperación, entre la
resignación y la consolación.
San
Gregorio Nacianceno, predicando en un día como hoy decía: “Ha aparecido otra
generación, otra vida, otra manera de vivir, un cambio en nuestra misma
naturaleza”. ¡Esa es hoy nuestra seguridad!
Buscadores
de los signos del Resucitado: La experiencia pascual desata una dinámica de
vida hecha de búsquedas y encuentros, de conversión y de fe, que se delinea con
gran riqueza en los relatos pascuales de los evangelios.
En
Juan 20,1-10, leemos hoy el pasaje que describe el sensacional descubrimiento
de la tumba vacía por parte de María Magdalena y de los dos más autorizados
discípulos de Jesús, desatándose así una serie de reacciones. El relato
contiene elementos muy valiosos que nos ayudan a dinamizar nuestro propio
camino pascual.
Esta
vez vamos a hacer anotaciones breves sobre las frases más importantes del
relato, como una invitación para saborear el texto entero.
María
Magdalena descubre que la tumba está vacía. Notemos los movimientos de María
Magdalena: María madruga: “Va de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba
oscuro” (20,1).
Esta acción es signo evidente de que su corazón latía fuertemente por Jesús. El amor no da espera. Pero también es cierto que la hora de la mañana y los nuevos acontecimientos tienen correspondencia: de madrugada muchos detalles anuncian un gran y radical cambio, la noche se aleja, el horizonte se aclara y bajo la luz todas las cosas van dando poco a poco su forma.
Así
sucederá con la fe en el Resucitado: habrá signos que anuncian algo grande,
pero sólo en el encuentro personal y comunitario con el Resucitado todo será
claro, el nuevo sol se habrá levantado e irradiará la gloria de su vida
inmortal.
María
“corre” enseguida y va a informarle a los discípulos más autorizados, apenas se
percata que el sepulcro del Maestro está vacío (20,2a).
Esta
carrera insinúa el amor de María por el Señor. Lo seguirá demostrando en su
llanto junto a la tumba vacía (20,11ss). Así María se presenta ante Pedro y el
Discípulo Amado como símbolo y modelo del auténtico discípulo del Señor Jesús,
que debe ser siempre movido por un amor vivo por el Hijo de Dios.
María
confiesa a Jesús como “Señor”: “Se han llevado del sepulcro al Señor, y no
sabemos dónde le han puesto” (20,2b).
A
pesar de no haberlo descubierto vivo, para ella Jesús es el “Señor” (Kýrios),
el Dios de la gloria y por lo tanto inmortal (lo seguirá diciendo: 20,13.10).
Ella está animada por una fe vivísima en el Señor Jesús y personifica así a
todos los discípulos de Cristo, que reconocen en el Crucificado al Hijo de Dios
y viven para Él.
He
aquí un ejemplo para emular en las diversas circunstancias y expresiones de la
existencia, sobre todo en los momentos de dificultad y aún en las tragedias de
la vida. Para la fe y el corazón de esta mujer la muerte en Cruz de Jesús y su
sepultura, con todo su amor por el Señor se ha revelado “más fuerte que la
muerte” (Cantar 8,6).
Los
dos discípulos corren a la tumba: A diferencia del relato que leíamos en el
sábado de gloria en Lucas, según Juan los dos seguidores más cercanos a Jesús
se impresionan con la noticia e inmediatamente se ponen en movimiento, ellos no
permanecen indiferentes ni inertes sino que toman en serio un anuncio (que
tiene sujeto comunitario: “no sabemos”, v.2).
Notemos
cómo las acciones de los dos discípulos se entrecruzan entre sí y superan cada
vez más las primeras observaciones de María Magdalena.
“Se encaminaron al sepulcro” (20,3) La mención de los dos discípulos no es causal, ambos gozan de amplio prestigio en la comunidad y la representan.
Se distingue en primer lugar a Pedro, a quien Jesús llamó “Kefas” (Roca; 1,42), quien confiesa la fe en nombre de todos (Jn 6,68-69), dialoga con Jesús en la cena (13,6-10.36-38) y al final del evangelio recibe el encargo de pastorear a sus hermanos (Jn 21,15-17).
). Por
su parte el Discípulo Amado es el modelo del “amado” por el Señor, pero también
del que “ama” al Señor (13,23; 19,26; 21,7.20).
“El
otro discípulo llegó primero al sepulcro” (20,4). El Discípulo Amado corre más
rápido que Pedro (v.4). Esto parece aludir a su juventud, pero también a un
amor mayor. ¿No es verdad que correr es propio de quien ama?
“Se
inclinó, vio las vendas en el suelo, pero no entró” (20,5) El discípulo amado
llega primero a la tumba, pero no entra, respeta el rol de Pedro. Se limita a
inclinarse y ver las vendas tiradas en la tierra. Él ve un poco más que María,
quien sólo vio la piedra quitada del sepulcro.
“Simón
Pedro entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió
su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte” (20,6-7).
Al
principio Pedro ve lo mismo que vio el Discipulado Amado, pero luego ve un poco
más: ve que también el sudario que estaba sobre la cabeza de Jesús, estaba
doblado aparte en un solo lugar (v.7).
Este
detalle quiere indicar que el cadáver del Maestro no ha sido robado, ya que lo
más probable es que los ladrones no se hubieran tomado tanto trabajo. Por lo
tanto Jesús se ha liberado a sí mismo de los lienzos y del sudario que lo
envolvían, a diferencia de Lázaro, que debió ser desenvuelto por otros (ver 11,44).
Las ataduras de la muerte han sido rotas por Jesús.
La
tumba y las vendas vacías no son una prueba, son simplemente un signo de que
Jesús ha vencido la muerte. Sin embargo Pedro no comprende el signo.
“Entonces
entró también el otro discípulo... vio y creyó” (20,8) “...que según la Escritura Jesús
debía resucitar de entre los muertos” (20,9)
El
Discípulo Amado ahora entra en la tumba, ve todo lo que vio Pedro y da el nuevo
paso que éste no dio: cree en la resurrección de Jesús.
La
constatación de simples detalles despierta la fe del Discípulo Amado en la
resurrección de Jesús, para él el orden que reinaba dentro de la tumba fue suficiente.
No necesitó más para creer, como sí necesitó Tomás. A él se le aplica el dicho
de Jesús: “dichosos los que no han visto y han creído” (v.29).
Pero
¡atención! El Discípulo Amado “vio” y “creyó” en la Escritura que anunciaba
la resurrección de Jesús (v.9). Esto ya se había anunciado en Juan
2,22. Aquí el evangelista no cita ningún pasaje particular del
Antiguo Testamento, tampoco ningún anuncio por parte de Jesús. Pero queda claro
que la ignorancia de la
Escritura por parte de los discípulos implica una cierta
dosis de incredulidad (ver también 1,26; 7,28; 8,14).
La
asociación entre el “ver” y el “creer” (v.8) formará en adelante uno de los
temas centrales del resto del capítulo, donde se describen las apariciones del
resucitado a los discípulos, para terminar diciendo: “Porque me has visto has
creído. Dichosos los que no han visto y han creído” (v.29). Nosotros los
lectores, hacemos el camino del Discípulo Amado mediante a partir de los
“signos” testimoniados por él en el Evangelio (20,30-31).
En la pascua, Jesús se convierte en el centro de la vida y de todos los intereses del discípulo.
En la mañana del Domingo la única preocupación de los tres discípulos del Señor –María, Pedro y el Discípulo Amado- es buscar al Señor, a Jesús muerto sobre la Cruz por amor pero resultado de entre los muertos para la salvación de toda la humanidad.
El
amor los mueve a buscar al Resucitado en ese estupor que sabe entrever en los
signos el cumplimiento de las promesas de Dios y de las expectativas humanas.
Entre todos, cada uno con su aporte, van delineando un camino de fe pascual.
Es así
como este pasaje nos enseña que el evento histórico de la resurrección de Jesús
no se conoce solamente con áridas especulaciones sino con gestos contagiosos de
amor gozoso y apasionado.
El
acto de fe brota de uno que se siente amado y que ama, como dice San Agustín:
“Puede conocer perfectamente solamente aquél que se siente perfectamente
amado”.
Así
todos nosotros, discípulos de Jesús, debiéramos amar intensamente a Jesús y
buscar los signos de su presencia resucitada en esta nueva Pascua!
Decíamos el Sábado Santo:Acompañemos
el despliegue del mensaje en esta gran “Buena Noticia”: El comienzo de un nuevo
día: El “día Señorial” “El primer día de la semana...” (24,1). El
evangelista Lucas tiene una manera particular de presentar en mensaje pascual.
Lo hace articulando cuatro acontecimientos en un solo día: el día de la
revelación pascual. Para ello pone en primer plano la fidelidad de las mujeres
a la ley hebrea del reposo sabático (“Y el sábado descansaron según el
precepto”, 23,56). Pero éste será el último sábado que cumplen según la
antigua Ley, porque ahora comienza un nuevo día que permanecerá en adelante
como el “día del Señor” (o “día Señorial”): el día de la Resurrección de Jesús
y de su manifestación en el caminar histórico de sus discípulos, obra salvífica
internamente eficaz en todo quehacer libre del creyente.
Los
cuatro acontecimientos del día pascual son: Las mujeres ante la tumba vacía y
el mensaje celestial (Lc 24,1-12); los peregrinos de Emaús
encuentran a Jesús, recibiendo la formación de un testigo pascual (24,13-35);
en una cena los apóstoles ven a Jesús vivo y reciben el encargo misionero
(24,36-49); la ascensión de Jesús (24,50-53). El hilo conductor de los tres
primeros episodios es la instrucción pascual en la que se expone el designio
salvífico revelado en la
Escritura, realizado y proclamado por Jesús (ver
24,6-7.26-27.44-47).
PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO
PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LOS ÁNGELES•08:00 horas: celebración de la Eucaristía
PARROQUIA DE SANTA MARÍA DEL MAR


Estamos
a sólo 2 días para sentir en nuestras calles EL SABOR DE NUESTRA SEMANA
SANTA MARINERA DE VALENCIA, que comenzará con la Retreta en el Cañamelar.
Ven y junto a las gentes del Cabañal, Cañamelar y Grao, desde EOS, te
recomendamos que te zambullas en ella desde el 21 hasta el 31 de marzo
vivirás devoción, fe sentimiento, tradición y cultura junto al mar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario