FOTOS M. GUALLART.
FELICITACIÓN, EN LA
NAVIDAD, A TODOS
Por Antonio DÍAZ TORTAJADA
Queridos amigas y amigos:
Hoy parece que el hombre
no cuenta.
Vivimos unos tiempos
especialmente agresivos
para el hombre.
Llevamos decenios en ello.
Contumaces.
La violencia física no es
nada comparada
con la sistemática
violación y tortura del alma,
Esto se ha revestido de
ciencia y de filosofía,
de modernidad y de
progreso
(incluso no han faltado
vates
que han vitoreado a los
asesinos).
Hasta desembocar en
ideologías
que justifican los campos
de exterminio
o que quieren hacernos creer
que el asesinato de niños en el seno de sus madres
es un derecho inalienable.
Sí, los cuerpos de miles y
miles de mujeres
son de hecho un campo de
exterminio.
Y todo esto no ha dejado
de suceder.
Está sucediendo ahora
mismo.
Como tantas otras
tragedias
que preferimos ignorar en
beneficio de nuestras vidas
macilentas, agnósticas de
alegría y de buen juicio.
Pero el hombre no deja de
soñar, de sentir,
de leer, de anhelar algún
tipo de pureza.
Nos mantenemos a la
expectativa
de una amplia gama de
deseos.
Porque hemos nacido para
eso:
para buscar a Cristo.
¿Cómo decirlo de otra
manera?
¿Para qué ceder a
literaturas desnutridas de enjundia,
por más de alcurnia que
reluzcan sus palabras?
¿Por qué avergonzarnos por
más tiempo
de la eternidad de las
bienaventuranzas?
Esa es la pura verdad,
el resumen del corazón
humano: Cristo.
Porque a las cosas hay que
llamarlas por su nombre.
¿Qué otro deseo mayor
puede existir?
Contemplad a conciencia el skyline de
la belleza,
leed y releed a los
poetas.
¿Qué veis, qué escucháis
en el fondo de vuestro ser?
El amor de Dios, el amor
de Dios…
El amor de Dios, el amor
de Dios…
Que nadie desprecie antes
de hora,
que nadie llene sus días
de prejuicios o
vociferante inmundicia.
Escuchad,
escuchad ese latido.
¿Y qué puedo desear yo
para cualquier tipo de
prójimo
con el que me tropiece?
Pues lo más grande: la
santidad.
Ir al grano de la
existencia.
Dejándonos de remilgos.
¿Navidad? Santidad.
Aprender poco a poco a
fijarnos en los detalles
de Dios, que están por
todas partes.
Pero silencio.
Escuchad el latido del
Amor hecho niño.
Ya, ya…
Ha nacido.
Para que nosotros sigamos
vivos.
Para que nuestra vida no
muera nunca.
Y caigo de rodillas, y
lloro, y canto…
¡Feliz Navidad a todos!
Desde EOS un abrazo,
Antonio
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