La
crisis económica está ayudando a mostrar el verdadero rostro de la Iglesia. Ésta
es, sin duda, pecadora, pero también santa.
Vivimos
la Iglesia de la caridad y del amor. La Iglesia de los pobres, trata de vivir
hoy día vivir el evangelio con todas las exigencias de la letra y del espíritu. En
los primeros siglos la santidad estuvo asociada a los mártires y a los monjes
que se retiraban al desierto. Hoy día la santidad está asociada a la
solidaridad, al compartir, a la búsqueda de la justicia.
Siempre
hemos creído que los santos eran personas excepcionales, una especie de héroes,
más admirables que imitables. Hoy nos hemos dado cuenta de que los santos
no han sido héroes sino simplemente testigos de Dios y de Jesucristo. Eso es lo
que intentamos ser también nosotros.
Por
eso la santidad en la iglesia primitiva era más bien la regla y no la
excepción. Los santos aparecen como un muchedumbre inmensa que sigue al Señor
resucitado. Santos fueron ante todo los mártires porque fueron capaces de
sellar su testimonio con su sangre. Pero son innumerables los creyentes que han
sellado su testimonio con el estilo de vida de los santos.
La
santidad pertenece a Dios y a los que viven desde Dios y para Dios. El gran
testigo es el mismo Jesús. El estilo de vida de Jesús se resume en las
Bienaventuranzas.
Ha
sido Jesús el que ha encarnado los nuevos valores evangélicos que hacen brillar
en el mundo la santidad de Dios.Esa santidad no es otra cosa que su amor
incondicional por los pobres y los perdedores de este mundo.
Jesús
vivió feliz en la pobreza, en la falta de influencia, en la confianza ingenua
en Dios y en los demás. Su mirada transparente le permitía descubrir la
presencia de Dios donde parecía que todo estaba perdido. A pesar del rechazo
que experimentó, no perdió la felicidad. Estuvo convencido de que el Dios del
amor quería traer su Reino a este mundo y los poderes de este mundo no podrán
impedir que Dios reine. El amor de Dios es más fuerte incluso que nuestros
rechazos y odios que llevaron a quitar del medio al mismo Jesús.
Los
santos han sido ante todo personas de fe que se han abierto a Dios y han
acogido el amor de Dios en sus vidas y han entrado en ese circuito del amor,
dejando que el amor de Dios pasa a través de ellos hacia todas las personas,
buenas y malas, amigos y enemigos . Por eso en los santos vemos realizado el
ideal de hombre que Dios tuvo en el momento de la creación.
Esa llamada a la santidad era el motor de la vida de los primeros cristianos. San Pablo lo recuerda a menudo: Sois santos, vivid como santos. Somos santos desde el día de nuestro bautismo por el que somos hijos de Dios. El que tiene esta esperanza se purifica cada día. Trata de romper con el pecado para lograr ser un testigo cada día más creíble de ese amor de Dios.
El
Dios santo no se reserva celosamente su santidad para sí. Nos la comunica
a nosotros. Por eso podemos celebrar la salvación en la eucaristía y sentirnos
asociados ya a la Iglesia de los santos en el cielo. Ellos nos animan a seguir
trabajando por purificar nuestro mundo poniendo esperanza y amor cristiano.
Hoy
es nuestro día. ¡Felicidades!
Un
abrazo,
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