Quizás no exista mejor fórmula para reivindicar la validación de la histórica victoria conseguida hace escasas fechas frente al Real Madrid que protagonizar otra tarde-noche convincente en el feudo del barrio de Vallecas prolongando el febril estado de gracia por el que atraviesa el Levante en la epifanía de la competición liguera. El grupo se conjuró para mantener tal condición. Así que las huestes de Juan Ignacio Martínez engordaron su particular granero en la clasificación después de certificar la segunda victoria consecutiva que eleva hasta ocho los dígitos que defiende cuando se han disputado cuatro jornadas de Liga reales incidiendo en un dato revelador; tres del total de las citas contabilizadas por los pupilos de JIM se han desarrollado lejos de los dominios de Orriols. Y el partido casero tuvo al Real Madrid como oponente. Sobran las argumentaciones. Los goles de Valdo y Ballesteros en un primer acto superlativo lanzan a la escuadra azulgrana en los albores de la Liga. La superioridad del Levante en esa fase del duelo fue incuestionable. No obstante, el Rayo volvió a respirar tras la diana de Tamudo en un penalti más que riguroso que repelió en primera instancia Munúa aunque el rechace cayó inerte a los pies del delantero catalán que, sin oposición, maquilló el error anterior, pero el Levante se siente protegido y fuerte y mantuvo el triunfo.
Había cierta expectación por observar el comportamiento de la sociedad granota en un duelo entre iguales en el marco de la Primera División después de dinamitar al grupo que conduce Mourinho. Pocas similitudes podían extraerse entre la confrontación del pasado domingo ante el Real Madrid y el choque en Vallecas ante el Rayo. El intrincado recorrido del campeonato de la regularidad suele establecer estos picos competitivos tan sumamente desiguales. Del capitalismo a una especie de igualitarismo. De la magnificencia que rodea al Real Madrid a regresar al barro para luchar por la supervivencia extrema ante un equipo con el que comparte similitudes. El Levante no fue preso de la autocomplacencia que podía provocar al triunfo ante el Real Madrid. El colectivo no cayó cautivo ante el pecado capital de la soberbia. Sí que mostró orgullo y coraje para abrochar el partido cuando más achuchó el equipo local ya en los minutos finales. No fue fácil el amanecer del enfrentamiento. El Rayo Vallecano salió con ardor dispuesto a herir la meta defendida por Munúa. El eco que provocaba su agitada afición amplificaba sus movimientos. El Levante no se inmutó en exceso pese a la escenografía. Se ajustó las botas y mantuvo a una distancia prudencial a su oponente mientras comenzaba a crecer y a sembrar el germen de la duda en el entorno rayista. En ese primer episodio del partido compendió todas las virtudes que ha estado exhibiendo en los distintos campos que ha pisado; rigor ofensivo, a partir de una seguridad imponente de la pareja de centrales que conforman Ballesteros y Nano, una seriedad supina, una ocupación cartesiana de los espacios y claridad de ideas con el balón en los pies con una salida diáfana. Puestos a elegir el Levante se orientó hacia el costado derecho para iniciar el asedio sobre la meta de Dani. Valdo y Koné capitalizaban los movimientos por ese espacio. Los dos atacantes se asociaron en la configuración del primer gol. Koné ganó la banda y su centro lo remachó de cabeza Valdo. El atacante se adelantó a los centrales y al cancerbero. Por la génesis de la diana puede advertirse que Koné no es únicamente un buen finalizador como plasmó ante Casillas. Quizás en Vallecas pusiera en marcha su mente para recordar días de máxima felicidad con el PSV. En Holanda se mostró como un asistente magnífico. Farfán tiene grandes recuerdos de él. Koné demostró en la casa del Rayo potencia en la zancada, habilidad para acorazar el balón y clarividencia en el disparo. Fue una actuación poliédrica. En cierto modo, la acción que abrió el marcador quedó reeditada unos minutos más tarde. Saque de esquina enviado por la zurda mágica de Barkero y aparición señorial por el corazón del área de Ballesteros. Nadie puede con el gurú blaugrana. Su fuerza es arrolladora. Fue un cabezazo ganador. En cualquier caso, los goles retrataron a la defensa local por endeble. No tenía muchas opciones Sandoval. No obstante, el técnico local extrajo la caballería pesada al campo. Por un momento, el Rayo pensó en el empate. Fue tras el gol de Tamudo. Sin embargo apareció Munúa para desbaratar cualquier intentona.
Desde EOS felicitamos al LEVANTE UD, demostráis cada partido que se puede hacer más con menos.Enhorabuena chavales.MUCHOS SEMANASANTEROS ESTAMOS CON VOSOTROS, Y VUESTRA LUCHA ES LA NUESTRA
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