
Y eso es precisamente lo que hemos pretendido con este Padre nuestro, que la gente piense en Japón, eleven una oración por las víctimas y ayuden materialmente para que, en el plazo más breve posible, pueda reinar la normalidad. Pensando así no es nada descabellado lo que se ha hecho y ¡ojalá! sean muchos los colectivos que obren del mismo modo. Aquí lo que se intenta no es que sea yo el primero sino que seamos muchos los que nos volquemos con la causa de Japón". Las mismas fuentes dejaron entrever que "como colectivo que pertenece a la Iglesia - y toda hermandad o cofradía de Semana Santa está inspirada en la religiosidad popular- no podemos permanecer quietos, con los brazos cruzados y sin hacer nada. Tenemos que hacer algo o, por lo menos, intentarlo.
Este Padre nuestro en japonés quiere ser como un aldabonazo a nuestras conciencias, como un fijar nuestra mirada en aquella pobre gente y en pensar que, pese a la distancia, son también hermanos nuestros, son personas como nosotros que se han quedado de la noche a la mañana sin nada y lo más importante, ese 'sunami' ha hecho que muchas familias estén destrozadas. De ahí este Padre nuestro en japonés y por ello esta decisión de un colectivo qiue tiene claro lo que es: una hermandad de Semana Santa pero que se encuentra involucrada en el día a día de la sociedad y en lo que nos depara la actualidad. Una actualidad que en este caso responde a dos nombres: Japón y 'sunami'.
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