RECUERDOS: LA PLAZA DEL ROSARIO CORAZÓN DE LA SEMANA SANTA DEL CAÑAMELAR

FCM.-La Plaza del Rosario, en mi modesta opinión sólo tiene un sabor especial en esas fechas de Semana Santa,

y que otro ilustre del Canyamelar como fue don Ernesto Furió retrató maravillosamente en ese aguafuerte de 1971.

Tuve la suerte de conocerlo en vida y en 1990 me dedicó el libro que escribió don Francisco Agramunt Lacruz sobre su magisterio artístico.

De su puño y letra estampó lo siguiente: “A Francisco Celdrán mi agradecimiento por el interés de conocer los distintos procedimientos de la acuarela y grabados a través de esta antología mía. Como Ud. Verá en ella hay de todo como en la Villa del Señor unas acertadas y otras no.

Este es el Arte como un suspense unas veces acertamos y otras no. Pero lo que importa es mi agradecimiento por su visita. Reciba un fuerte abrazo de su buen amigo. Y firma E.Furió”

Un genio, don Ernesto, que como decía, supo captar ese sabor de nuestra Plaza más señera del Cañamelar y que mi amigo su sobrino Manolo Furió tanto le gusta.

Y ayer hablábamos de la retreta y es que, tras el sonido del cornetín de ordenes Corporaciones y Hermandades ese 1986 iniciamos el desfile procesional recorriendo las calles de Rosario, Mariano Cuber, Barraca, Mediterráneo, Padre Luis Navarro, Mariano Cuber, Progreso, Mediterráneo, José Benlliure, Mariano Cuber, Escalante, Mediterráneo, Rosario a la Plaza en definitiva un acordeón de calles con sonido de tambor. Donde con todos los estandartes en la fachada de nuestra parroquia, las cornetas y tambores nos deleitaban con sus marchas y toques floreados.

Con un Manolo, más joven, encabezando la Banda de la Virgen de los Dolores, y por la que mi amigo Pepe Eleuterio sufrió tantos desvelos, él como su esposa Pepa eran los padrinos de la misma.

Hablando de esa fachada del Rosario el 11 de agosto de 1990 publicábamos un pequeño artículo, en aquel querido Diario del Marítimo de las Provincias:

“EL PORQUÉ DE LAS PILASTRAS DE LA IGLESIA DEL ROSARIO

Los vecinos y habitantes del Cañamelar saben que el corazón del mismo es la parroquia de Ntra. Sra. del Rosario, es aquí donde los fieles acuden para cumplir con el precepto dominical al igual que lo hicieron sus antecesores.

Pero, ¿conocemos los feligreses del Rosario la historia de nuestra parroquia?; seguramente la mayoría sí sabemos que se debe su construcción al arzobispo Mayoral, cuando visitando estos lares encontró un anciano pescador muy apenado y preguntándole por la causa de esa pesadumbre éste le contestó que por sus achaques y su edad no había podido desplazarse al Grao a cumplir con sus obligaciones dominicales, prometiéndole entonces el arzobispo Mayoral la construcción de un templo allí mismo.

Fue así tras la promesa de aquel celosísimo prelado cuando en 1761 se comenzó la iglesia de Ntra. Sra. del Rosario y se terminó en 1774. Según memoria de los antiguos, la iglesia estaba en la misma playa y en su fachada subsistieron dos grandes anillas, que sirvieron para amarrar embarcaciones.

Pero ¿Cuántos de nosotros, feligreses o no, nos hemos parado a pensar, por qué nuestra parroquia tiene dos puertas en el mismo frontis, y existen esas pilastras tan molestas que dificultan la visión global de la misma?

Pues todo tiene una explicación, su construcción especial se debe a que estaba encaminada a mantener absolutamente separados en el templo los hombres y las mujeres, es decir los fieles de uno y otro sexo; es por ello que se construyeron dos bóvedas distintas con puertas independientes y una pared que desde los pies de la iglesia partía la misma hasta llegar al presbiterio, en donde un cascarón de medio punto se apoya sobre la cabecera común, cobijando el altar mayor. La pared ha desaparecido, pero quedan las grandes pilastras que, situadas en el centro mismo de la iglesia, ofrecen una disposición tan extraña que hace pensar si obedecieron tal vez a remediar algún movimiento de la bóveda, ya que las construcciones a orillas del mar exigen una cimentación especial. “