sábado, 11 de abril de 2009

LA COLUMNA DE ANTONIO DIAZ TORTAJADA EN EOS: PASCUA DE RESURRECCION


PREGON PARA UNA PASCUA ESPERANZADA

Por Antonio DIAZ TORTAJADA

Sacerdote-periodista

Después de recorrer con entrega generosa el santo tiempo de la Cuaresma,hemos llegado finalmente al Triduo Pascual que culmina con el día glorioso de la Resurrección. Este gran día de Pascua, mis queridos hermanos, va precedido de la solemne vigilia, la noche más luminosa que todos los días más brillantes.

Con esta noche,la santa Iglesia nos colocó en la antesala de la pascual final, pues nos hizo tomar conciencia de la espera confiada y amorosa del día en que la obra de Cristo llegará a su plenitud más allá de la historia del mundo y de cada uno de nosotros que creemos y confiamos en la promesa del Señor. Sólo la Pascua, —‘el paso’— del Señor nos permite ver más allá de la historia.


Por encima de las debilidades, de los errores y de la malicia de la humanidad resuena hoy un grito de esperanza, más aún, un grito de plenitud:


Jesús ha resucitado.¡Cristo vive¡


Hoy todos los cristianos proclamamosque el horizonte último de la vida humanano es la nada sino la plenitud en Dios. Hoy todos los cristianos nos afirmamos que la vida de Jesús, forjada en la fidelidad,en el servicio y en la paz es el mejor ejemplo a seguir para alcanzar la Resurrección.


No se trata de éxitos humanos sino de fidelidades llevadas hasta el extremo de dar la vida. Esta actitud, vivida día a día en medio de contrariedades y alegrías desemboca en plenitud, en Resurrección junto a Dios. La tónica de esta fiesta es una melodía que resulta de la alegría y la gratitud.


¡Aleluya! Es decir:¡Alaben al Señor!


Alabémoslo porque ha sido grande con nosotros, porque ha hecho maravillas.Porque ha hecho que sucediera lo que jamás había imaginado el ser humano.


Dios hace real lo imposible para el hombre.En el misterio pascual, que estamos celebrando, que incluye la muerte y la resurrección de Jesucristo, Dios ha hecho todo nuevo.


¡Y lo hizo todavía mejor que en la primera creación! ¡Para rescatar al esclavo entregó a su Hijo! canta el pregón pascual. Nos salvó de la esclavitud de la idolatría, de la soberbia y de la mentira. Ha mantenido la fidelidad a sus promesas a pesar de que nosotros no le correspondemos y más bien lo traicionamos. Y, por si fuera poco, todavía ha “sellado con nosotros, en Cristo, una alianza que ya nada la podrá romper”.


Nos ha sacado de la noche del pecado a la luz de la vida y la alegría y nos ha dado su Espíritu para que seamos capaces de responderle en la fidelidad y en el amor.Todo esto, —y mucho más—, ¿todo esto no es suficiente para vivir en la alegría de la esperanza y de la gratitud? Si el corazón y la mente rompen hoy en el gozo y la alegría,es todavía poco, pero estamos en camino de seguir creciendo en este gozoque esperamos ver colmado en la patria verdadera, donde Cristo nos espera; a donde se ha ido para prepararnos un lugar junto a Él y a su Padre.


Pero este misterio,nos lanza todavía, mientras estamos de camino, a realidades, actitudes y conductas de alturas insospechadas y que no son otra cosa que signos de que hemos resucitado con Él y permanecemos vivos para Dios y para los demás. ¡La gloria de Dios es el hombre vivo!, dice san Ireneo.Para eso murió el Señor, para que tuviéramos vida y vida en abundancia.


Esos signos se dan cuando, cumpliendo el mandato del Señor, vivimos en el amor nuestras relaciones con Dios y con los demás.Hermanos:Sólo damos gloria al Dios vivo dando testimonio de que estamos vivos cuando lo que nos mueve es el amor que nunca muere. No podemos, después de la experiencia que Dios nos concede vivir año con año, continuar la vida como si Dios no nos amara.


La muerte y resurrección del Señor no son otra cosa que la más perfecta expresión del amor de Dios. ¡Dejémonos amar por Dios!Es decir, dejémonos salvar por el único que puede hacerlo.Empecemos, de una vez por todas, a vivir en el mundo nuevo que Cristo, Dios y Hombre vivo, ha inaugurado con su Pascua. Atrevámonos a dar testimonio del amor y a ser diferentes en un mundo sembrado de odio, de mentira y de soberbia, de injusticia, de corrupción y de violencia.


La Pascua nos lanza a ser testigos de que el amor puede más que el odio y la envidia; de que la verdad siempre prevalecerá sobre la mentira y la infidelidad; de que sólo el perdón y la paciencia pueden producir la paz estable y auténtica; de que la humildad y el servicio generoso pueden más que el orgullo y la soberbia. La fraternidad,que tanto anhelamos para nuestro pueblo y para el mundo, será una realidad, si nosotros los cristianos la fundamos en la Pascua


Sólo desde la Pascua podemos construir un mundo de igualdad y fraternidad. Por eso la Eucaristía, la acción de gracias por excelencia, que es la más perfecta actualización de la Pascua, nos garantiza un crecimiento permanente en el conocimiento y en la amistad con el Dios que nos salva.Este Santísimo Sacramento nos une a la Pascua del Señory nos hace fuertes para vencer el pecado.Y nos hace vivir como resucitados. Nuestras celebraciones eucarísticas son expresión de nuestra alegría y nuestra alabanza perfectas a Dios, y por eso son un evangelio, es decir, una alegre noticia a un mundoque anhela y busca a ciegas, sin saber qué ni por dónde.


Seamos testigos, una vez más de la Pascua de resurrección que celebramos.¡Aleluya¡

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