El escritor José Vilaseca Haro, fue el encargado de dar inicio a la velada de entrega de galardones en el Sopar de la Creu Marinera junto a Jose Ombuena .
PALABRAS DE JOVIHA LA NIT DE LA CREU MARINERA 2016.-
Buenas noches:
Decía el insigne locutor de radio, Enrique Ginés,
que cuando se trabaja por y para Valencia, se nota. Y es que no hay mejor obra
que la hecha por gusto, por vocación, por convencimiento. Estamos aquí
reunidos, en la mejor compañía posible, por propia voluntad, porque nos gusta
la Semana Santa Marinera. Porque, tomando las palabras de ese gran comunidad,
cuando se trabaja por y para la Semana Santa Marinera, se nota.
Se nota en cada punto de aguja que se da a una
capa, a toda prisa, bajo la luz de un flexo. Se nota en ese niño, esa niña, a
quien hacemos desfilar por el pasillo arriba y abajo para que, llegado el
momento, no pierda el paso. Se nota en cada ensayo de banda, a la intemperie,
una tarde tras otra, mientras los que pasan junto a nosotros piensan que
estamos un poco locos. Se nota porque, después de diez años reuniéndonos
alrededor de un tema de actualidad, estamos orgullosos de ser semanasanteros… y
de formar parte de esta gran familia que es EOS.
Recientemente, tuve la oportunidad de participar en
el blog de EOS con un sentido artículo donde hablaba de la “enfermedad”
semanasantera. “Enfermedad” entre comillas, claro está. Una enfermedad
contagiosa y hereditaria, como podemos comprobar simplemente mirando a quien
tenemos enfrente o a nuestro lado. El problema es que, cuando nos reunimos,
cuando quedamos para cenar aguardando escuchar la opinión de nuestros buenos
amigos, no es para curarnos: es para ponernos todavía más enfermos. Bien
enfermos. Enfermos hasta las trancas. Si no fuera porque la expresión “estamos
orgullosos de ser unos enfermos” queda considerablemente mal, igual era
cuestión de cambiar las siglas de EOS.
Como digo, somos pacientes de una bendita enfermedad
contagiosa, hereditaria… y prácticamente incurable, cuyos síntomas evidentes
son, a saber: inquietud en la boca del estómago al escuchar los tambores de
Cuaresma, interés desbordante en pinchar en el enlace de internet cuando EOS
publica una nueva noticia, movimiento errático de pies en el tiempo comprendido
entre la Retreta y el Domingo de Resurrección (con alguna recaída puntual) y,
en casos más graves, verborrea incontrolada cuando llega el momento de hablar
acerca de alargar, acortar o cambiar el recorrido de la Procesión del Santo
Entierro.
Y no sé ustedes, pero yo no me pienso curar. En el
mejor de los casos, y por muchos años, espero venir aquí a hablar de mi
enfermedad semanasantera y, si me dejan y como decía Francisco Umbral, a hablar
también de mis libros, con la diferencia de que Umbral, si no se hablaba de sus
libros, se iba… y yo pienso quedarme pase lo que pase. Y, con confianza, espero
que los que hoy nos acompañan hagan lo propio y que, cuando el Señor nos llame
a su presencia, en esta maravillosa tribuna que nos aguarda en el Cielo, lo
hagamos limpios de pecado… pero infectados, y con gusto, de semanasanteritis.
Muchas gracias y buenas noches
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