FOTOS SALVA VALLES
Maria José Tomás Carles, es uno de esos seres humanos, con unos valores muy marcados, fiel a si misma, una artista, tímida y especial, que ama a sus Poblados Marítimos, lucha por ellos, y siente las tradiciones, como espectadora con su cámara, y nos transmite muchas cosas. Su amigo Rafa Montesinos quiso que plasmara con sus palabras lo que ambos sentían, y brotaron de su corazón sus pensamientos. Y este VESTA le pidió permiso para reproducirlas en EOS, y eso hacemos a continuación
ilustrado con algunas instantáneas de su esposo SALVA VALLÉS
Buenas
tardes a todas las personas aquí reunidas:
En
primer lugar, agradecer a la Junta Mayor de Semana Santa Marinera,
el haber pensado en Rafa Montesinos y en mí para realizar la
exposición de fotografía dedicada a los Personajes Bíblicos de la
Semana Santa Marinera, en donde podréis observar, una pequeña parte
de nuestro trabajo fotográfico.
Quiero
también en nombre de Rafa y mío, hacer un reconocimiento especial
a Paco Celdrán, - persona que ha facilitado el encuentro- , nunca
mejor dicho, entre los diferentes fotógrafos y fotógrafas del
barrio, con su trabajo continuo de información y difusión de la
Semana Santa Marinera y las diferentes fiestas del Distrito Marítimo,
a través del Blog EOS encuentro y opinión.
En
este sentido, si en algo coincidimos Rafa y yo, es en la pasión que
sentimos ambos tanto por la fotografía como por nuestro barrio o
agrupación de ellos: Cabanyal, Canyamelar, Grao.
En
referencia a nuestro trabajo, los dos llevamos más de medía de
nuestras vidas dedicados de forma vocacional a la fotografía,
convirtiendo ésta maravillosa técnica en una extensión de
nosotros mismos y de nuestra forma de vida.
En
la exposición podréis observar dos formas distintas de plasmar, ver
y sentir la Semana Santa Marinera.
Con
Rafa Montesinos, asistimos a una visión desde dentro de la Semana
Santa. Ya de niño, participaba en la fiesta y, en su adolescencia y
juventud, fue Granadero de la Virgen de los Dolores del Cabanyal.
Con el tiempo, cuando tuvo la oportunidad de tener una cámara entre
sus manos, se dio cuenta de que en realidad lo que quería era
documentar todo aquello en lo que participaba. Rafa me ha contado,
que cuando desfilaba en las procesiones de la Semana Santa, escondía
la cámara entre los bolsillos del traje de granadero y en cualquier
descuido aprovechaba para hacer aquello que tanto le gustaba:
capturar imágenes.
Es
por ello, que las fotografías de Rafa son imágenes desde el
conocimiento profundo de la fiesta. Sus fotos captan los detalles y
los instantes de pasión y alegría de los cofrades. La cámara de
Rafa atrapar lo máximo posible en un encuadre abierto y generoso en
dónde los rostros, las telas y las imágenes se muestran en todo su
colorido y esplendor.
Por
otro lado, mis fotografías son una visión desde fuera de la Semana
Santa, es la mirada de una espectadora más- pero no una espectadora
cualquiera-.
El
primer recuerdo de mi infancia es el alicatado de una casa del
Cabanyal en Padre Luís Navarro dónde vivíamos con mis abuelos.
Justo en la casa de al lado, cuando llegaba la Semana Santa, nuestras
vecinas sacaban de su urna custodiada, un bellísimo Nazareno para
que desfilara en las procesiones con los Longínos. Años después,
en nuestra casa de la Calle del Horno del Cabanyal -hoy desaparecida-
, recuerdo observar tras las cortinas de la ventana como los cofrades
venían a recoger a mi vecina samaritana. Su traje blanco y corto,
sus sandalias entrelazadas hasta la rodilla y aquellos trabajados
postizos han quedado en mi memoria como una tenue fotografía en
blanco y negro de los años setenta. Recuerdo también con
nostalgia, aquellas laboriosas comidas de Cuaresma que preparaban con
esmero las mujeres durante varios días y con las que agasajaban a
todo aquellos que se acercaba a las nuestras casas, y, sobre todo,
el día del Santísimo Entierro con su ritual inconfundible: sillita
a la puerta, bocadillo de titaina, albóndigas de bacalao y mantita
por si quedábamos dormidos de cansancio o emoción.
Los
recuerdos e imágenes de aquellos días lejanos pueden estar
guardados y plegados en el abanico de mi memoria pero al desplegarse
toman aliento y una nueva dimensión. No es casualidad que mis
fotografías llevan implícitas esa experiencia visual vivida en el
pasado, la timidez y el respeto que supone vivir la fiesta desde las
aceras, desde la distancia se que impone entre el qué fotografía y
la persona qué es fotografiada, la distancia
justa
de respeto al otro.
La
magia de la fotografía consiste en conseguir que todo esto no sea
perceptible y que con nuestro objetivo podamos llegar mucho más allá
de la imagen. Mi utilización del teleobjetivo, los primerísimos
primeros planos, el retrato intimista y cerrado en dónde no hay
cabida a casi nada, es el intento de atrapar de forma introspectiva y
amable, el sentimiento y la esencia de los verdaderos protagonistas
de la nuestra fiesta– los hombres y mujeres que participan en la
Semana Santa Marinera-.
Para
ir finalizando, voy a responder a alguna de las preguntas que la
gente me hace de forma insistente. Su curiosidad es saber que hago
con tantas fotografías y si me sirve de algo retratar de forma
reiterada las mismas cosas.
Pues
bien, las imágenes no pueden ser únicamente exhibición o puro
coleccionismo. No se trata de hojas mudas que no digan nada, muy al
contrario, las imágenes fotográficas son testimonio de nuestras
vidas de lo que fuimos, lo que tuvimos y que perdimos. Un instante
póstumo, al que podemos volver una y otra vez, y que que nos
permite la reflexión y crítica social.
Es
por ello, que no podemos obviar la trasformación a la que hemos
asistido en nuestro barrio. Las imágenes acumuladas durante tiempo
me han servido para constatar y ser consciente de que el espacio por
el que transita la Semana Santa Marinera ha sufrido un gran
deterioro y abandono. No solo han desaparición edificios, calles,
fachadas y azulejos de trencadís que interpretaban en una especie de
modernismo ecléctico, esa forma de vivir hacia fuera en la calle y
mirando la Mar. También hemos olvido de paso, la idiosincrasia y
forma de vida de nuestro pueblo marinero.
La
Semana Santa Marinera y nosotros como ciudadanos y ciudadanas, no
debemos olvidar la especifica forma en que están articuladas las
principales Parroquias del Marítimo (Santa María del Mar, El
Rosario, Los Ángeles y San Rafael) frente a su trama urbana en
retícula histórica y protegida, de calles largas y estrechas que
derivan de las alineaciones de las antiguas barracas, y, por dónde
discurrían las procesiones desde sus inicios, animando a
feligreses, turistas y vecinos a – “tocar la semana santa con las
manos”-.
Ha
llegado el momento de valorar lo que tenemos, que es mucho, y no
añorar lo que nos falta. Unidos en las diferencias debemos superar
los conflictos y empezar a trabajar juntos. Con la participación de
todos y todas, podremos empezar a relatar ese futuro sostenible y
justo, que siempre soñamos, para nuestros barrios marineros y su
principal fiesta –la Semana Santa Marinera-.
Muchas
gracias.
María
J. Tomás Carles
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