
GRACIAS POR LA SANTIDAD QUE NOS
REGALAS
Sacerdote-periodista
Querido cofrade:
Puedo
considerarme dichoso de haber vivido en la época de grandes santos, como el Padre
Pío de Pietralcina, Madre Teresa de Calcuta, Juan XXIII y Juan Pablo II.
Ambos pontífices son canonizados hoy. A Juan Pablo II tuve la ocasión de
saludarle personalmente.
En
primer lugar vemos que los santos están hechos de la misma materia que nosotros
y no escapan a las contradicciones que todos experimentamos. Son personas
humanas, demasiadas humanas.
Juan
XXIII fue tratado por parte de la curia rumana como un ingenuo y un iluso.
Considerado como un papa de transición, fue el impulsor del concilio Vaticano
II, del que está viviendo la
Iglesia actualmente y de cara al futuro. Fue sin duda el papa
de la bondad que provocó un deshielo en las relaciones de la Iglesia del mundo y de los
pueblos entre sí para superar la guerra fría.
Juan
Pablo II fue criticado durante su vida y durante su muerte. Dios no nos quiere
perfectos sino santos, hombres y mujeres de Dios, a través de los cuales sigue
llegando el amor de Dios a los hombres.
Juan
Pablo II tuvo que vivir su fe a la intemperie, como la mayoría de nosotros.
Bajo el dominio de un régimen comunista ateo, proclamó siempre su fe y exigió
la libertad para su pueblo. Nunca dudó de que la fe y la verdad se abren camino
en el corazón de los hombres y de los pueblos.
Como
Papa, dedicó todos sus esfuerzos a renovar la Iglesia , a defender y
anunciar la fe a un mundo secularizado, invitando a creyentes y no creyentes a
abrir las puertas a Cristo, a no tener miedo a encontrarnos con el Resucitado.
También los primeros cristianos tenían miedo y estaban con las puertas cerradas
hasta que vino el Espíritu y les llenó de valentía para anunciar el evangelio.
La fuerza les venía sobre todo de una vida de comunidad intensa, centrada en la
escucha de la Palabra ,
en la celebración de la eucaristía y en la práctica de la caridad. La comunidad
de bienes muestra que la comunión eclesial no era puramente espiritual. No es
que hubiera una especie de caja común, sino que más bien los ricos ponían sus
bienes a disposición de los apóstoles para que los distribuyeran a los necesitados.
La
fracción del pan o eucaristía existió desde el principio de la comunidad que
hace memoria del Señor muerto y resucitado en espera de su retorno. No hubo
Iglesia sin eucaristía sino que se constituye en su celebración. En la Iglesia primitiva la eucaristía
estuvo asociada a una comida ritual. Ésta última será suprimida ya en tiempo de
San Pablo por los abusos que se producían en su celebración. Además de
participar en las oraciones en el templo, los cristianos fueron creando sus
oraciones, himnos y cánticos propios en los que expresan el misterio cristiano
y una manera particular de rezar a Dios por Cristo en el Espíritu.
Los
prodigios y las señales que realizaban los apóstoles producen en el ambiente un
temor reverencial. Como Jesús, los apóstoles son personas carismáticas dotadas
de poderes taumatúrgicos. A través de los milagros realizados se hace
manifiesto que el Reino de Dios está llegando a los hombres. Cada vez más
personas se van incorporando a esa comunidad de los salvados. Sin duda fue la fuerza
de Dios la que sostuvo aquella pequeña comunidad en medio de las pruebas que
tuvo que pasar.
Hoy
es un día para dar gracias a Dios porque nos ha regalado la Iglesia , santa en sus
santos, que son para nosotros signos de esperanza de que también nosotros
podemos llegar a la santidad.
Cordialmente,
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