
ESTAS LLAMADO A SERVIR
Por Antonio DIAZ TORTAJADA
Sacerdote-periodista
Sacerdote-periodista
Querido cofrade:
Supongo que estarás de
acuerdo que en estos últimos años se está echando de menos el que los
gobernantes estén verdaderamente al servicio del pueblo que los ha elegido. Da
la impresión que los votantes tan sólo cuentan durante la campaña electoral. Después
los políticos se olvidan de ellos y se preocupan tan sólo de sus intereses. Su
pérdida de credibilidad es un riesgo para la sociedad democrática. La Iglesia
siempre ha sostenido la dignidad de la vocación política vivida como un
auténtico servicio al bien común.
Esto que hablo de los
políticos puede darse en tu Cofradía o Hermandad.
Los apóstoles al principio
creyeron que Jesús era el Mesías político esperado por Israel y lógicamente
algunos fueron tomando posiciones de cara al futuro reino.
Santiago y Juan no ocultan
sus ambiciones a Jesús delante del grupo de los apóstoles. Piden los
primeros puestos. No es de extrañarse que los demás discípulos se indignaran
contra ellos, pues en el fondo todos tenían las mismas esperanzas.
Jesús desde el primer
momento les echa un jarro de agua fría: no saben lo que piden. Pero parece
seguirles la corriente y les hace un pequeño examen sobre sus capacidades. No
se trata tanto de las dotes de administración o mando sino de la fidelidad a la
persona de Jesús, de ser capaz de compartir su destino que va a ser doloroso. Santiago
y Juan ya no pueden dar marcha atrás y se declaran dispuestos a ir con Jesús
hasta el fin. Jesús acepta esa promesa, pero les hace ver que en el Reino de
Dios las cosas son muy diferentes de las de aquí.
Con gran realismo Jesús
describe la dinámica del poder. Por más que en las campañas electorales todos
insisten en que quieren el bien común, la verdad es que el poderoso tiraniza y
oprime a los súbditos, utilizándolos según sus intereses.
Los tratados de filosofía
y teología formulan el ideal de la autoridad como un servicio del bien común,
pero la realidad desmiente muchas veces esas afirmaciones. Tan sólo Jesús,
que es el verdadero servidor que da la vida en rescate por todos, ejerce una
autoridad que no oprime sino que libera. La entrega de su vida le permite
solidarizarse con todos los que sufren, con todos los oprimidos. Así puede
compadecerse de nuestras debilidades, porque las ha experimentado en su propia
carne.
Jesús es uno como
nosotros. No ha vivido una existencia idílica sin problemas, sino que, por
el contrario, ha hecho suyos los problemas de los demás. Así ha tocado el fondo
de la condición humana sufriente y doliente. Por eso puede echarnos una mano.
Es capaz de descender hasta el abismo de nuestro pecado, sin abandonar su
fidelidad a Dios.
Esta solidaridad con los
que sufren es redentora. No se trata de que Dios quiera el sufrimiento de sus
hijos o que el hecho de sufrir sea en sí mismo redentor. Más bien hay que
entender la palabra del profeta en el sentido de que Dios ha aceptado el
sufrimiento de su siervo, o mejor ha acogido con amor a su siervo sufriente,
figura de Jesús. Lo ha acogido con amor porque ha visto el amor solidario que
existía en el corazón del siervo, en el corazón de Jesús. Es ese amor el que
nos salva y nos redime.
Es la persona de Jesús la
que debe ser el punto de referencia para la Iglesia para no caer de nuevo en la
tentación de querer tener un poder sobre las personas o las sociedades.
Tan sólo cuando tengamos
una Iglesia solidaria con los pobres y con los que sufren seremos una Iglesia
creíble. Este tiempo de crisis está poniendo a prueba la credibilidad de
la Iglesia y de todos los creyentes.
Este domingo en la
celebración de la Eucaristía Jesús actualiza su entrega en rescate por todos. Que
cada uno de nosotros sea capaz de ir hacia los últimos, hacia las víctimas del
poder en nuestras sociedades para darles la liberación de Jesús.
Cordialmente,

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