domingo, 14 de octubre de 2012

LA COLUMNA DE DIAZ TORTAJADA EN EOS.CARTA A UN COFRADE:¿TENER O NO TENER?, ESA ES LA CUESTIÓN

Carta a un cofrade
¿TENER O NO TENER?, ESA ES LA CUESTION

Por Antonio DIAZ TORTAJADA
Sacerdote-periodista
Querido cofrade:


La cuestión hoy día ya no es la de Hamlet, “ser o no ser”, sino la de Hemingway, “tener y no tener”. Es verdad que el contrabandista, protagonista de ésta, mantiene un cierto código del honor y no está dispuesto a todo por dinero. La crisis actual ha agudizado las diferencias entre el que tiene y el que no tiene. No tener dinero hoy no sólo pone en peligro de lo que consideramos la felicidad sino incluso el sobrevivir.
Todos buscamos la felicidad.
Y la felicidad depende, en buena parte, de qué idea tenemos del hombre. La felicidad tiene sin duda que ver con la realización de nuestro ser. Consideramos un bien aquello que nos ayuda a ser feliz.
El dinero no da la felicidad, pero ayuda a conseguirla. Esta es una creencia popular de todos los tiempos. Es verdad que los sabios han intentado relativizar el dinero, el poder o la belleza y han puesto la felicidad en la sabiduría. Están convencidos que la sabiduría es superior a todos los demás bienes, más aún, con la sabiduría se obtienen todos los demás.
En realidad la sabiduría es un don, un regalo, que no se puede alcanzar con el propio esfuerzo ni con el estudio. Se trata de un conocimiento vital que Dios da a los que se lo piden.
Para referirse a la felicidad plena el evangelio habla de “la vida eterna”. También aquí está claro que ésta no se puede adquirir mediante el esfuerzo. Se puede en cambio “heredar”, haciéndose uno creyente y, por tanto, hijo de Dios y herederos de Él.
Como hijos de Dios intentamos agradar a Dios nuestro Padre, haciendo lo que Él quiere, es decir, cumpliendo sus mandamientos.
Las personas que se encontraron con Jesús quedaron transformadas. Desgraciadamente el encuentro del joven rico con Jesús acabó frustrando la vida de una persona que se las prometía felices para el futuro. Había observado los mandamientos de Dios y podía esperar heredar la vida eterna. De pronto echa todo a perder y empieza a amargarse la vida por no ser capaz de dar un paso adelante.
 Jesús sitúa la felicidad en seguirlo a Él y formar parte de su grupo. Para ello hay que desprenderse de las riquezas para encontrar el verdadero tesoro, Dios mismo o la persona de Jesús. Jesús es el único valor absoluto para el creyente.
Ante esta exigencia, el joven ya no tuvo el coraje de seguir adelante y se marchó triste. Jesús nos coloca así ante la alternativa bíblica: o Dios o el dinero. No se puede servir a Dios y al ídolo de la riqueza. Ante la extrañeza de los propios discípulos, Jesús explicó en qué consiste el peligro de la riqueza.
La riqueza, es sin duda un bien, pero un bien relativo.Desgraciadamente posee un dinamismo propio que coloca al hombre ante el abismo.
En vez de ser el hombre el señor de su riqueza, las riquezas se convierten en el señor del hombre. Las riquezas, sin embargo, son simples medios al servicio del hombre. No pueden ser la finalidad de una vida. Las riquezas se convierten muchas veces en la fuente de nuestras alegrías, de la misma manera que la pobreza es el origen de nuestros sufrimientos. Las riquezas se constituyen en una especie de falso dios en el que uno pone la confianza para poder realizar la vida. Eso es lo contrario de la fe, que es un poner toda nuestra confianza en Dios.
Heredar la vida eterna, ser feliz, parece prácticamente imposible para el hombre, pero no para Dios. Para Dios todo es posible. El hombre puede abrirse a esa posibilidad a través de la escucha de la Palabra de Dios que es “siempre viva y eficaz”. Fue lo que hicieron los apóstoles, que al dejar la familia y los bienes, por Jesús y el evangelio, encontraron el ciento por uno.
Cordialmente, 

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