Creo que en estos momentos hemos de poner la intensa vida de Vicente Esteve en las manos del Padre de todos. Ha dedicado sus años de sacerdocio ministerial al servicio de la diócesis. Tanto la religiosidad popular como la Acción Católica tiene que dar gracias por sus desvelos y trabajos para que el Evangelio fuera una realidad en estas estructuras. Vicente Esteve ha escuchado las palabras del Amor Eterno: “Pasa a vivir el gozo de tu Señor”.
Sus últimos años han estado unidos a la pasión y muerte de Jesús en la cruz. Ésta abre a cada hombre que viene a este mundo, y que de este mundo parte, un océano de esperanza.
La Sagrada Escritura nos recuerda que para morir en el Señor es preciso vivir en el Señor, confiando diariamente, momento a momento, en su gracia y esforzándose por corresponder a ella con todas las fuerzas. Vivir en el Señor.
¡Cómo no dar gracias a Dios en este momento, mientras nuestro corazón sufre por la muerte del amigo y sacerdote por el testimonio de fidelidad que nos deja! Durante su vida, nos dio un ejemplo luminoso de seguimiento de Cristo. Lo tenía injertado en su corazón.
Hemos de celebrar, como creyentes, ante todo, la Acción de Gracias por el don de un cristiano y un sacerdote que con gran discreción y con una gran humildad, edificó la Iglesia diocesana en los diferentes ministerios que se le confiaron: Presidente de la Comisión Diocesana de Apostolado Seglar, presidente de la Comisión Diocesana de Laicos, delegado de Pastoral Juvenil, secretario de la Vicaría de Evangelización, consiliario de la Junta de Hermandades de Semana Santa y Prior de la Semana Santa Marinera, párroco de Nuestra Señora del Rosario del Cañamelar y de los Santos Juanes, demás de capellán del Levante. Ademas Vicente Esteve Belenguer impulsó en la diócesis de Valencia la presencia de muchos movimientos apostólicos entre otros el Movimiento Junior MD, los Heraldos del Evangelio y la Comunidad de San Egidio.
La Iglesia diocesana tiene que manifestar su agradecimiento a este sacerdote, cuya actividad ministerial se cortó tempranamente; y cuyas tareas pastorales disminuyeron por la flaqueza de deteriorada salud. Pero desde la enfermedad vivida en la casa cacerdotal “Betania” de Quart de Poblet fue todavía luz y ejemplo para muchos que acudíamos a él.
Vicente Esteve había nacido en Valencia, parroquia de Nuestra Señora de la Asunción el 16 de abril de 1950. Fue ordenado sacerdote al servicio de la diócesis valentina en 1974, por el siervo de Dios don José María García Lahiguera.
De él aprendimos, como amigos y colaboradores mútuos, muchas experiencias, además de intentar como modesto aprendiz seguir sus pasos en los campos que había trabajado pastoralmente, sobre todo en el camino de renovación de la religiosidad popular vivida en Hermandades y Cofradías de la Semana Santa.
Vicente Esteve Belenguer después de haber pasado a la casa del Padre, nos invita a no detenernos en su persona, sino más bien a dirigir nuestra mirada al misterio: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado”. Hoy, el Señor nos invita a hacer nuestras las palabras del apóstol Pedro: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo quien, por su gran misericordia, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha reengendrado a una esperanza viva, a una herencia incorruptible, inmaculada e inmarcesible”
Con profunda tristeza le hemos acompañado los últimos años. Y le hemos visto abrazado a la cruz del dolor y del sufrimiento. Hemos llorado y hemos rezado juntos. Que la semilla que él sembró de abundante fruto. ¡Vicente hasta siempre!. Un abrazo.
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