domingo, 6 de febrero de 2011

LOS SEMANASANTEROS GRANOTAS FELICES CON LA BRILLANTE VICTORIA DE SU EQUIPO EN EL FEUDO DEL VILLAREAL

Ni están todos los que son, pero si rostros de algunos semanasanteros felices por la brillante victoria de su equipo en un dificil feudo como es el Madrigal.Vamos a reproducir la crónica de la web oficial de nuestro LEVANTE UD con dichas instantáneas.Villarreal: Diego López; Mario, Gonzalo, Marchena (Cicinho, m. 63) Capdevila (Matilla, m. 75); Cani (Nicki Bille, m. 75), Cazorla, Borja Valero, Bruno, Cani; Rossi y Nilmar. No utilizados: Oliva; Musacchio, Catalá y Cristóbal.
Levante: Munúa; Venta, Nano, Ballesteros, Del Horno, Juanfran; Valdo (Xisco Nadal, m. 90), Xavi Torres, Pallardó, Xisco Muñoz (Rafa Jordá, m. 78); y Stuani (Juanlu, m. 80). No utilizados: Reina; Héctor Rodas, Iborra y Wellington Silva.
Árbitro: González González. Amonestó a Stuani, Ballesteros, Venta, Marchena, Xisco Muñoz, Pallardó, Gonzalo y Juanfran.
Goles: 0- 1. 48. Valdo solo ante Diego López.
Cuenta a leyenda que fue Ringo Starr, celebérrimo batería de Los Beatles, el encargado de originar el título del film de los cuatro fabulosos ‘A Hard Day’s Nihgt’, Qué noche la de aquel día en la versión en castellano, en uno de esos malapropismos característicos de Starr que hacía referencia a un largo e inacabable día de un trabajo agotador que consumió la mañana y la noche.
El concepto como tal quizás sirva para enmarcar el partido del Levante en Villarreal. Qué noche la de aquel día del Levante sobre el césped del Madrigal. Valdo emuló a Ringo Starr, en este caso, con la autoría del triunfo tras la consecución de un gol mágico que reconfortó a los estamentos afines al levantinismo estrechando todavía más sus lazos de reciprocidad.
Las connotaciones con la película hacen referencia a la clarividencia de la victoria conquistada y al agotador trabajo de un colectivo que hace de la dignidad y de la fe sus principales cualidades sobre el verde del terreno de juego en sus apariciones por la Primera División.
Es evidente que fue una noche hermosa y celebrada, desde una perspectiva azulgrana, sobre uno de los escenarios más inhóspitos y agrestes del panorama futbolístico español en el tiempo presente en la máxima categoría.
La grandeza de la victoria radica precisamente en la majestuosidad que investía al Villarreal sobre el verde del feudo de El Madrigal y en esa aureola de invulnerabilidad que hacía del coliseo amarillo un espacio sagrado para los locales y sacrílego para los foráneos; un auténtico coto vedado a las aspiraciones de las escuadras adversarias. Nadie había conseguido desentrañar los misterios de lo que parecía un jeroglífico irresoluble, pero la fortaleza impenetrable del Submarino Amarillo se resquebrajó en mil pedazos tras el paso firme y vigoroso de un Levante huracanado que dibujó un partido excelso desde el mismo principio hasta el final.

Fue un triunfo incontestable, pese a que la exigüidad y rigidez del luminoso pareciera perturbar el espíritu levantinista siempre proclive a la materialización de los pensamientos más sombríos. No fue el caso; al menos en el duelo regional.
La única aparición del Villarreal con Rossi como punta de lanza la solventó con reflejos de felino Gustavo Munúa. La manopla de arquero fue encomiable. Y certera por su trascendencia. En esa aparición marchó parte de la valija del partido.
No necesita el Villarreal proponer en exceso para descerrajar los encuentros. El meta uruguayo va acompasando su alma según se consumen las jornadas después de un inicio de competición borrascoso.
En ese momento del choque el Levante había mudado los roles que se presuponían en una confrontación entre antagónicos. Stuani había volado para cabecear un balón que no acabó de ajustar. Juanfran probó la calidad de Diego López con un peligroso remate de cabeza.
Javi Venta rozó el gol en un centro que se envenenó y el disparo de Juanfran desde las cercanías del área chocó en un defensor y acabó en saque de esquina. Fue un Levante de paladar exquisito y de una metodología cartesiana con aplomó en la parcela defensiva, clarividencia en la medular y ejemplar en la organización colectiva de transiciones veloces en busca de la meta defendida por Diego López. Luis García se acogió a una defensa integrada por de tres centrales. El preparador siguió los postulados presentados con anterioridad por el Valencia y el Sevilla.
La lección táctica del preparador granota fue realmente soberana. El Levante superó a su oponente en todas las facetas del juego.
El fútbol tienen estas paradojas porque no hacía presagiar un paisaje de esta índole. Se esperaba una versión ultradefensiva, a la vista de la multiplicación de efectivos en la retaguardia azulgrana, y la realidad tuvo poco que ver con las predicciones planteadas. Así de inesperado es el balompié. El Levante crecía a partir de una intensidad y una presión feroz que aturdió a la escuadra de Garrido.
El Villarreal se encontraba en medio de la nada. El Madrigal; convertido en un desierto sin espacios ni puntos de fuga sobre los que enhebrar el típico juego de tiralíneas que caracteriza al colectivo amarillo. Cazorla y Borja Valero no encontraban grietas sobre las que percutir. Nilmar y Rossi quedaron eclipsados. Pallardó y Xavi Torres engrandecían sus figuras en el eje de creación granota. Pallardó tenía un guadaña para rebañar todos los balones que gravitaban a su alrededor. El Villarreal se deshilachó. No acertó a romper la tupida malla granota. Y al final del partido acabó dando síntomas de estar algo desquiciado. Ese grupo de movimientos sinuosos estaba encorsetado. El Levante explotó el costado derecho para acercarse con peligrosidad a la orilla de Diego López. Javi Venta y Valdo firmaron una sociedad vertiginosa. El veneno que expidieron fue letal. Y el Villarreal no encontró antídoto para cortar esa vía de acceso. Nunca desfalleció el Levante. Desde ese prisma, fue fiel a una filosofía y a una manera de entender el partido. Ese aspecto dignifica al grupo por su vocación y decidida actitud en un choque arenoso.
Ni tan siquiera se sumió en un mar de dudas después de ofrecer los mejor de su repertorio en un primer acto para el recuerdo que no sancionó su extrema superioridad. Valdo rompió la igualada en el amanecer de la reanudación. La determinación del atacante contrastó con las interrogantes del meta local en una salida dubitativa. Valdo superó al cancerbero en carrera y ajustó el esférico a la escuadra. Lo que siguió a la diana del atacante blaugrana fue un ejercicio de gobierno por parte de un Levante que rozó el gol en varios contragolpes ante un Villarreal plano y ofuscado.
Desde EOS enhorabuena a todos los granotas, especialmente a los semanasanteros y los amantes de las fiestas valencianas.

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