miércoles, 24 de noviembre de 2010

LA COLUMNA DE DIAZ TORTAJADA EN EOS:"SOBRE MIS HOMBROS TU CRUZ"


SOBRE MIS HOMBROS TU CRUZ

Por Antonio DÍAZ TORTAJADA
Sacerdote-periodista

Señor amigo del hombre:
No hay invento más grande, más grande,
sobre la tierra que la cruz.
La cruz está hecha a la medida de Dios,
de nuestro Dios.
Y hecha está también a la medida del hombre...
De todo hombre.
En la cruz nos medimos todos.
¿Qué significa llevar sobre los hombros débiles
la cruz de Dios, manifestado en Cristo?
¿Qué significa estar abrazado a la cruz.
Lo que a los ojos de la gente podía ofender mi dignidad,
en la perspectiva de la salvación,
en cambio, el llevar la cruz
me ha otorgado una nueva dignidad.
La cruz construida a la medida del Hijo de Dios
Se ha convertido, de manera singular,
en copartícipe de nuestra salvación.
Y yo abrazado a la Cruz
cual cirineo llevando el madero
donde ha estado clavada la salvación del mundo.
Y Cristo todo brazos en cruz tan tensamente abiertos,
que cabríamos juntos,
los hombres y la tierra en el abrazo.
La cruz y Cristo en ella.
Y la Palabra de Dios se hizo carne:
carne de la carnicería de Auschwitz,
carne judía al por mayor,
carne convertible en iglesia del silencio,
para el silencio y el ocultamiento,
carne, carne, carne de cañón…
Así te quiero yo, Cristo cercano.
Sobre tus hombros llevas el peso de toda la historia,
insomne, desangrado, consumado y deshidratado
con ojos velados por la sangre y los escupitajos
y en tus labios una plegaria
por todos los crucificadores de la tierra.
Así te quiero, Cristo… mi Cristo.
Muchas veces no te buscamos y te encontramos.
Si antes era un desgraciado de marca
ahora soy bienaventurado y dichoso
porque sin buscarte me encontré contigo
en la desgracia en la desgracia del mismo Dios.
Inmensamente próximo y humano,
tú bajas hasta el límite del hombre,
que es el dolor, con ese amor a cuestas,
en los pies, en las manos, en los labios.
Con ese amor punzante en la mirada,
tan cerca estás del hombre
que llamas por su nombre a cada hombre,
a todo hombre.
Tú eres el Amor hecho presencia,
amor hecho respuesta
a todas nuestras preguntas torturantes.
Abrazar la cruz
y caminar con ella cual discípulo de Jesús
es morir a la vida antigua.
El principio de la vida antigua era el yo.
El principio de la nueva vida no es el yo, sino Cristo.
Es una vida con el yo crucificado,
una vida en la que la voluntad de Dios
es suprema en cada cosa que se emprende.
Es seguir a Cristo en su senda de negación propia.
Es aceptar el sufrimiento como parte de la vida.
Una vez aprendida y aceptada
la aplicación de la cruz a la vida personal,
queda resuelto el problema
de la adopción de decisiones en la vida diaria
En la cruz
está el Dios hecho hombre o el hombre hecho Dios,
la cruz pone en comunicación
nuestro pequeño recinto planetario solar
con el universo de la luz absoluta.
Aquí cabe... crucificado... en esta cruz...
Y nuestra pobre y humana arquitectura de barro...
cabe... ¡crucificada también!

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