lunes, 7 de junio de 2010

RELATOS DE JOSE ANGEL:MONSEÑOR OSORO SALIO A LA PUERTA DE LOS HIERROS PARA DESPEDIR A LOS FIELES QUE ASISTIERON A LA SOLEMNE MISA DEL CORPUS CHRISTI

Desde El Cañamelar y El Rosario, José Ángel Crespo Flor. Fotos: AVAN y J. A. C.).- Cuando ya lleva más de un año como arzobispo de Valencia mons. Carlos Osoro sigue haciendo los mismos gestos que le granjeó múltiples simpatías nada más 'aterrizar' como prelado de esta archidiócesis. Gestos nacidos del corazón, gestos sinceros, gestos que llegan al católico de a pie y gestos que, en mi opinión, deberían ser copiados por más de un sacerdote. Me refiero a ese gesto de salir de la Catedral y despedir personalmente uno a uno a todos los fieles que han participado en la Misa. Despedirlos y agradecerles su asistencia. Aunque me repita y aunque ello saque de sus casillas a más de uno - lógicamente los que no lo hacen que son la inmensa mayoría- quiero detenerme en este gesto de monseñor Carlos Osoro porque considero que un buen pastor tiene que despedirse de sus ovejas y si D. Carlos Osoro lo hace cuando lo hace, y en concreto - como ayer en la Misa del Corpus - en la catedral de Valencia ¿cuesta tanto hacerlo en nuestras parroquias?.
Por fortuna existen sacerdotes y obispos que lo hacen de vez en cuando, aunque la verdad, son minoria. Y ahora pienso en Olbier Antonioo Hernández Carbonell y el obispo emérito de Holguín (Cuba) mons. Hector Luis Peña. Los dos lo hicieron en la parroquia de Santa María del Mar y no es que lo diga yo sino que ahí están las fotos que lo atestiguan y se encuentran los fieles del Grao para reafirmar cuanto digo ... por mal que esto les sepa a los curas que, prefieren terminar la misa y dirigirse a la sacristía. Y que no se me malinterprete como alguno acostumbra, no digo que esté mal que un sacerdote finalizada la Eucaristía se dirija a la sacristía sino que ensalzo lo otro, lo que ayer por ejemplo, realizó mons. Carlos Osoro, lo que realizó en su día en Santa María del Mar Olbier Antonio Hernández Carbonell y mons Héctor Luis Peña y lo que realizó el mismo D. Carlos Osoro cuando celebró en Cristo Redentor - San Rafael y luego se reunió con los hermanos mayores y presidentes de la Semana Santa Marinera de Valencia. Son detalles que no se le pueden escapar a un periodista. Son gestos muy humanos y que quiero ensanzarlos porque la verdad, no resultan nada frecuentes.
La misma agencia del Arzobispado AVAN resalta el hecho cuando señala lo siguiente: "al término de la eucaristía, tras impartir la solemne bendición, el arzobispo se ha dirigido a la Puerta de los Hierros de la Catedral, donde ha ido saludando personalmente a cada uno de los fieles que han participado en la misa". Insisto, no lo digo yo sino que es AVAN quien, como es lógico, resalta un hecho que, la verdad sea dicha, sino es muy frecuente que lo realicen los sacerdotes, que lo haga un arzobispo merece, por lo menos, que 'se airee en los papeles' para que así cunda el ejemplo. Seguro que los que acudieron a la Misa del Corpus Christi de la Catedral salieron muy satisfechos del detalle humano que tuvo el arzobispo con cada uno de ellos.

Otro detalle al que me he referido en más de una ocasión y que habla también muy bien de las formas que quiere imprimir D. Carlos Osoro a su magisterio como Arzobispo de Valencia es que todos los días, si está D. Carlos es él quien lo reza, a las 12 del mediodía, baja al vestíbulo de Palacio para rezar el Ángelus. Si no está D. Carlos es cualquier obispo auxiliar o el vicario general si no se halla ningún prelado en la Casa quien dirige el Ángelus. Es un momento breve pero intenso de oración compartida. Oración que comparte con la curia, con los que, en ese momento, se encuentran en Palacio y con los fieles que, a eso de las 12 del mediodía, pasan por la Plaza del Palau. Por cierto, aquí, en el Marítimo, son varios los años que esta Plegaria Mariana se reza en la parroquia de La Buena Guía. Allí es el párroco Amado Francisco Pau Magaña, quien, tras la Misa dominical, dirige el Ángelus. Tan es así que los fieles, acostumbrados a ello, no abandonan el templo tras la Bendición final sino que se esperan para participar en esta plegaria.

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