miércoles, 25 de marzo de 2009

LA COLUMNA DE DIAZ TORTAJADA EN EL BLOG DE EOS: CARTA ABIERTA A QUIEN CORRESPONDA


Querido cofrade:
Menudo lío nos armamos cuando no tenemos ideas claras sobre nuestra identidad. No sabemos posicionarnos. Y andamos a ciegas por los caminos de nuestra historia.
Sabrás que este año 2009 fue declarado por la Conferencia Episcopal como año de oración por la vida. La vida de cada persona, con toda su integridad y dignidad, está en el corazón del ser y de la misión de la Iglesia, ya que hemos sido creados por el amor de Dios, y hemos sido redimidos por la sangre de Aquel que es, «el Camino, la Verdad y la Vida». Jesucristo ha venido a nuestro encuentro para que los hombres «tengan vida y la tengan en abundancia». Esto es lo que celebramos los cristianos en la Semana Santa. No son fiestas populares o de barrio. Son fiestas de la Iglesia universal que cada pueblo las vive de una manera acorde a su idiosincrasia.
Aquí radica el núcleo principal de la misión pastoral de la Iglesia: Que la vida terrena de todo hombre alcance su plenitud, participando en la comunión con Dios Padre, acogiendo la vida nueva otorgada por Jesucristo en virtud del don del Espíritu Santo. De esta manera, somos el pueblo llamado a custodiar, anunciar y celebrar el Evangelio de la vida.
La persona humana es siempre un bien.
El grado de humanización y grandeza de una sociedad, de una cultura, de una civilización, se mide principalmente por su capacidad de acoger y cuidar a todo ser humano con independencia de sus cualidades, capacidades físicas, estadio vital de desarrollo o utilidad. Por eso, el servicio y tutela de la vida constituye una de las tareas principales de quienes deben ser garantes y promotores del bien común, de modo particular, de las diversas instituciones sociales y los poderes del Estado.
Recurrir al aborto nunca es la solución, ni puede considerarse como un derecho, pues el derecho fundamental, que sustenta todos los demás derechos, es precisamente el derecho a la vida. Constituye una enorme paradoja que una sociedad acogedora e integradora como la nuestra, con multitud de recursos humanos, materiales, económicos y sociales, sea incapaz de arbitrar mecanismos adecuados y respetuosos con la dignidad humana que acompañen a toda mujer gestante y, al mismo tiempo, tutelen la vida del nuevo ser. La anunciada reforma de la ley con respecto a la práctica del aborto, consiste principalmente en la ampliación de la facultad de abortar. Lejos de suponer un progreso, constituye un retroceso en humanidad y civilización.
Corresponde a los miembros de la Iglesia intensificar el trabajo de formación de las conciencias en lo que respecta al drama del aborto.
Los creyentes debemos tener un compromiso activo con todas las asociaciones eclesiales que tienen como fin la defensa de la familia y de la vida. La causa de la vida humana nos pide colaborar también con todos los que trabajan en su defensa, que son también cada vez más. Con nuestro testimonio y apoyo debemos dar esperanza a las madres y a los padres que tienen dificultades para acoger a sus hijos. En la Iglesia han de encontrar el hogar en el que se descubren cuidados y donde pueden recibir las ayudas que necesitan.
Nuestra posición ética sobre el derecho a la vida, debe de ser entendida de modo universal, independientemente de las creencias o adhesiones religiosas que cada individuo profese, pero al mismo tiempo entendemos la situación de aquellas personas que pueden llegar a plantearse esta opción como una alternativa, sin llegar nunca por supuesto a compartirla y a estar de acuerdo con ellas.
Cuando alguna institución eclesial pasional hemos levantado la voz o deseamos hacer un signo de protesta contra la “cultura de la muerte”, otras instituciones de la misma índole han señalado que no debemos politizar la Semana Santa.
La politización de la Semana Santa, de la que ahora se acusa a las cofradías por su voz clara, en grito (y en lazo, sobre todo) frente al proyecto de ley del aborto del Gobierno central, ha sido práctica habitual al otro lado de la batalla.
Los políticos –con la complicidad de los cofrades—han politizado la Semana Santa.
El frente político-gubernamental que lanza sus dardos verbales, y teme otros menos dialécticos de sus compañeros de batalla, se ha valido de las procesiones y de las cofradías, ha mezclado lo político y lo religioso, en aquellas ocasiones en las que le ha convenido exhibirse tras una vara en la presidencia de un paso, o acompañando de cualquier manera a las cofradías.
En su condición de políticos, del signo que sean no han tenido reparo en acudir a colgarse al cuello la medalla de la hermandad que ese día marcase la agenda y promocionarse entre el pueblo, saludando. O sin medalla, pero aceptando la invitación de las cofradías a ser “pregonero de turno”, “hermano honorario” “clavariesa mayor” o estar en la presidencia con su cirio apagado o autoinvitándose, representado al poder civil en las hermandades a las que, sin embargo, acusan de mezclar ámbitos a los que ellos, cuando hay oportunidad, no remarcan la fronteras.
Y es que no es extraña la invasión de cortejos por parte de quienes piden en este momento una escrupulosa separación de política y religión que, por otra parte, desde la Iglesia y las hermandades garantizan que se produce pues no ven en su protesta contra el proyecto de ley del aborto un asunto político, sino de principios que se sienten llamados a salvaguardar.
¿No seremos cómplices de esta invasión de políticos en nuestras procesiones? Ejemplos no faltan.
Chocan estas actitudes y aptitudes (que para todo hay que servir) con palabras como que «la Semana Santa no es el lugar adecuado para lanzar mensajes partidistas», aunque desde el partido al que pertenece quien las pronunció hayan aprovechado para hacerse ver en unas celebraciones que aseguran las miradas de miles de ciudadanos y acerca sus simpatías ante el manifiesto «respaldo» desde esta arraigada celebración.
Pienso que las cofradías no están politizando el tema del aborto. Se tome la postura que se tome, es una postura “coherente” vuestra determinación, por lo que no seré yo quien la inhiba, la prohiba o quien la obstaculice. Las cofradías no están politizando este tema, en todo caso serán otras instancias quienes politizan.
Toda cofradía que exprese, de la forma que sea, el rechazo al aborto no van contra nada y contra nadie, su posicionamiento, y su iniciativa es un sí a la vida en todas sus fases, desde la concepción, donde nosotros estamos convencidos de que hay un ser humano, hasta su ocaso natural. Y esta iniciativa se inscribe dentro de otra más amplia, en la que la Conferencia Episcopal declaró 2009 año de oración por la vida, como te decía al principio.
Por eso, más que lazos externos en nuestros varales, que llevemos nuestros lazos en el corazón, y nuestras procesiones sean una oración por la vida.
Y no me digas, por favor, que esta polémica ha empañado algo tan sagrado como la Semana Santa. ¿No habremos empañado con nuestras posturas miedosas algo tan sagrado como la vida, toda la vida?
Espero que te haya aclarado tus ideas.
Muchas gracias por tu carta. Reza por mi cada día.
Un abrazo de hermano. Cordialmente,
Antonio DÍAZ TORTAJADA
Sacerdote

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