La clóchina valenciana es deliciosa y sabrosa y en esta época la podemos degustar frente a sus competidores, los mejillones gallegos y los que provienen del Delta del Ebro, en la costa tarraconense que son otra cosa.Estos dos productos llevan un tiempo “invadiendo” nuestra gastronomía, camuflados bajo un aspecto similar, pero sin alcanzar el sabor que posee la nuestra, mucho más viva y potente. Según datos contrastados, la producción de la clóchina valenciana se inició a finales del siglo XIX en el Puerto de Valencia, mientras que la aparición del mejillón gallego se sitúa a principio de la década de los 40.
Como vemos nuestra tradición en la elaboración de este bivalvo es muy anterior a la gallega y, mientras que ellos han tomado una senda más industrial a la hora de producirla, nuestros paisanos la siguen elaborando de manera artesanal así me lo cuenta mi suegra Inés Sanchez Dobón, cuyos abuelos eran propietarios del VIVERO DOBON.
Prueba inequívoca de este proceso de elaboración es que solamente se encuentran 22 bateas o viveros en nuestro puerto de Valencia, frente a las casi 3.200 que pueblan las costas gallegas. La recolección de la clóchina se inicia a partir de la luna llena de abril y finaliza con la menguante de agosto, por lo que toda aquella que haya tomado fuera de estas fechas no es producida por las bateas de nuestro puerto. Con toda seguridad, en esa época le habrán ofrecido mejillón, pues éste se puede producir a lo largo de todo el año.
Si se habla meramente del aspecto culinario, el producto elaborado en nuestras costas es, con diferencia, de mayor calidad. Esta afirmación se refrendada por un estudio realizado por el Departamento de Tecnología de Alimentos de la Universidad Politécnica de Valencia, encabezado por los profesores M. Gómez-Sintes, A. Fuentes, J. Fernández- Segovia, J. A Serra e I. Escriche. Sin duda, es este reconocimiento y riqueza lo que buscan todos los productos foráneos que aparecen a lo largo del año en los restaurantes valencianos. Las cocinas de los restaurantes valencianos las cocinan de manera sencilla. Cocerlas en su propio vapor es el procedimiento más tradicional y puro de elaborarlas.
Todo el sabor yodado y marino queda preservado en esta forma de cocer. Frente a esta simple manera de elaborar, pero tan rica, encontramos en otras cocinas recetarios repletos de formulas de elaborar este producto. En ellos, casi siempre se le añaden salsas y potentes especias, encargadas de trasmitirles los aromas, pues por ellas mismas apenas proporcionan ni la más mínima sensación.
Así que ya sabe en el Cabañal LA ROCHETA en Pintor Ferrandis o en el Cañamelar en la Calle José Benlliure GERMANS MARIA puede adquirir nuestra clochina valenciana o si lo prefiere en nuestra Valencia lo típico es tomar la clóchina como tapa y, de hecho, hay paradas obligatorias en bodegas y bares tan tradicionales como Casa Montaña (Cañamelar), Bar Pilar (conocido como Pilareta, en la calle Moro Zeit), Casa Carmina de El Saler, Marrasquino, en la playa de Pinedo, o los restaurantes del Paseo de Neptuno.
Así que ya sabe en el Cabañal LA ROCHETA en Pintor Ferrandis o en el Cañamelar en la Calle José Benlliure GERMANS MARIA puede adquirir nuestra clochina valenciana o si lo prefiere en nuestra Valencia lo típico es tomar la clóchina como tapa y, de hecho, hay paradas obligatorias en bodegas y bares tan tradicionales como Casa Montaña (Cañamelar), Bar Pilar (conocido como Pilareta, en la calle Moro Zeit), Casa Carmina de El Saler, Marrasquino, en la playa de Pinedo, o los restaurantes del Paseo de Neptuno.
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