Un grande del periodismo festivo en nuestra ciudad, santo y seña de LAS PROVINCIAS de su época, como es mi amigo MANUEL ANDRES FERREIRA, continua con LA TRONERA en EOS.
Tradicionalmente la comida del día de la Epifanía culmina con
la degustación de un sabroso postre llamado “roscón de Reyes”, en cuyo interior
se esconden pequeños objetos y un haba, objeto éste último que de acuerdo con
la tradición suponía y supone todo un año de buena fortuna. Esta vieja
tradición nace en Francia y se remonta, según el escritor Cheruel, a las
fiestas saturnales de los romanos.
Hace muchos años leí la obra “El Carnaval” ,del antropólogo Pío Caro
Baroja, en la que recoge dos testimonios del siglo XII sobre el Roscón de Reyes
o el Rey de la Faba; el primero corresponde al Reino de Navarra, donde en 1361
se designaba Rey de la Faba al niño que encontraba el haba en el roscón -como
en la actualidad-; el segundo testimonio corresponde a Ben Quzman, poeta
andalusí, quien en su Cancionero describe una tradición similar con una torta
(hallón o hallullo, vocablo que permanece en Granada) en el año nuevo que
contenía una moneda. Tradiciones ambas que se han conservado durante siglos).
En cualquier caso, la popularidad del roscón de Reyes en el conjunto de España
es relativamente reciente y en algunas zonas, de pocos años según los
estudiosos de la pastelería tradicional valenciana que lo datan en la década de
los 60.
Sea como fuere el tipismo continúa y todos los años esas exquisitas “llepolías”
son saboreadas con fruición gracias al artesano trabajo de los pasteleros,
confiteros y horneros. Hoy en día todos saben hacerlo, no hay secretos para un
buen profesional que últimamente rizan el rizo al realizarlos con sabor a
gin-tónic, cerezas, mango y todo tipo de excentricidades gastronómicas que no
hacen más que mistificar la sencilla masa del “roscón”.
Sin embargo, tengo que romper una lanza por esos artesanos que se esfuerzan en potenciar el dulce autóctono, como es el caso de la llamada “casca”, de origen morisco y realizada con azúcar, almendras, huevos, canela, miel, raspaduras de naranja, de limón y se puede rellenar con yema o dulce de boniato, entre otros ingredientes, de forma redonda y típica para el Día de Reyes. Otra de las diferencias con el roscón es que la casca valenciana no contiene en su interior sorpresa alguna.
Algunas pastelerías de nuestra ciudad sí tienen este dulce para su venta, aunque no es abundante. Aquí ha faltado promoción y sólo funciona el boca a boca. Donde se encuentra sin dificultad es en los hornos y confiterías de muchas de nuestras poblaciones cercanas, donde mantienen la dulcería tradicional. Al igual que estos horneros nosotros debemos ó mejor tenemos la obligación como valencianos de dar a conocer, entre otras cosas, nuestra rica pastelería tradicional artesana y dejarnos de gustos importados.
Sin embargo, tengo que romper una lanza por esos artesanos que se esfuerzan en potenciar el dulce autóctono, como es el caso de la llamada “casca”, de origen morisco y realizada con azúcar, almendras, huevos, canela, miel, raspaduras de naranja, de limón y se puede rellenar con yema o dulce de boniato, entre otros ingredientes, de forma redonda y típica para el Día de Reyes. Otra de las diferencias con el roscón es que la casca valenciana no contiene en su interior sorpresa alguna.
Algunas pastelerías de nuestra ciudad sí tienen este dulce para su venta, aunque no es abundante. Aquí ha faltado promoción y sólo funciona el boca a boca. Donde se encuentra sin dificultad es en los hornos y confiterías de muchas de nuestras poblaciones cercanas, donde mantienen la dulcería tradicional. Al igual que estos horneros nosotros debemos ó mejor tenemos la obligación como valencianos de dar a conocer, entre otras cosas, nuestra rica pastelería tradicional artesana y dejarnos de gustos importados.
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