Hoy es domingo e ilustrado con las fotos de nuestro compañero MANOLO
GUALLART publicamos la carta semanal de Antonio Diaz Tortajada, que vuelve al blog de EOS, ya que
al comenzar el ADVIENTO, creemos importante resaltar sus reflexiones y es que el calendario cristiano tiene como partida el
día del Señor, el domingo, el primer día de la semana.
Querido cofrade:
Cuando el año pasado empezábamos
el Adviento, nadie podía sospechar las sorpresas que nos esperaban en el nuevo
año. Benedicto XVI había inaugurado el Año de la Fe con la conmemoración del cincuenta aniversario
del Vaticano II. Pocos meses después renunciaría y daría paso al papa
Francisco, que ha traído consigo un estilo nuevo en el papado, que poco a poco
puede reflejarse en la
Iglesia.
Ninguno como él había promovido
una oposición tan frontal a las intervenciones armadas y supo movilizar a
creyentes y no creyentes contra la intervención en Siria. También los líderes
políticos están dando pasos en el control nuclear. Se trata de seguir
soñando que la paz es posible.
Es lo que proclama el profeta
que toda una utopía, que nunca vemos realizada, pero que sigue
movilizando todos nuestros recursos (Is 2,1-5). También aquí se trata de “si
quieres la paz, prepara la paz”. Se trata de esa paz imposible, pero sin la
cual no podemos vivir. Como dice el papa, no nos dejemos robar nuestra
esperanza cristiana. Esa esperanza tiene que movilizar todas nuestras energías
y ayudarnos a preparar y construir la paz.
La Palabra de Dios, que nos anuncia la salvación de Dios en Cristo, continúa a
abrir para nosotros el futuro de Dios, un futuro de esperanza. Es
esta esperanza la que va a animar todo nuestro Adviento. El Reino de Dios no
viene de manera espectacular sino que está viniendo en el vivir cotidiano.
Dios irrumpe constantemente en la historia, de improviso, sin anunciarse ni
pedir permiso (Mt 24,37-44). Hay que estar atentos a los signos de los tiempos
para descubrir qué es lo que el Espíritu está diciendo a su Iglesia.
En los tiempos anteriores al
diluvio, tan sólo Noé y su familia supieron discernir lo que se les venía
encima. Los demás siguieron su vida tranquila que les llevó a la perdición. Lo
mismo va a pasar con la segunda venida de Cristo, como Juez definitivo de la
historia. Su juicio hará una separación entre los que lo han reconocido
y los que se han cerrado a su gracia. Jesús vendrá y se llevará a los suyos,
mientras dejará a los otros a su suerte, es decir, ir a la perdición.
San Pablo nos recuerda que ya es
hora de despertarnos del sueño porque ya está amaneciendo la salvación (Rm
13,11-14). Hemos dormido suficientemente y no se puede seguir adormilados.
Durante el sueño y la noche uno baja la guardia. Se sumerge uno agradablemente
en el alcohol y la diversión, que luego da resaca al despertar. No cabe duda
que la cultura actual necesita este tipo de hombre adormilado e inconsciente,
que es mucho más fácil de manejar que la persona lúcida y crítica.
Necesitamos un programa de vida,
como Iglesia y cada uno de nosotros. El papa lo había propuesto desde el
principio y lo ha desarrollado en su primera encíclica, “La luz de la fe”. Se
trata de caminar, construir y confesar. Es toda la humanidad la que está en
camino y tratando de abrir nuevos caminos que no desemboquen en el desastre.
Entre todos tenemos que construir la paz, que es siempre obra de la justicia.
Para nosotros creyentes, ese impulso nos viene nuestra fe en Cristo. Él es el
Príncipe de la paz. Que la celebración de la Eucaristía mantenga
vivo en nosotros el deseo de la venida y del encuentro con Jesús, que
celebraremos en la Navidad.
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