FOTO MANOLO GUALLART Carta a un cofrade
AMA
AL DIFERENTE
Sacerdote-Periodista
Querido
cofrade:
Te
pregunto: ¿Qué tenemos que hacer con los que no piensan como nosotros?... ¿Qué
nos trae el ayudar a un necesitado?... ¿Qué significa escandalizar a un
pequeño?... ¿Cómo hay que mirar el destino final?... Todas estas preguntas se
suceden una a otra al leer el evangelio que nos trae la liturgia de este
domingo, tan sencillo, tan bello, tan terrible en algún momento, tan serio al
final...
Juan,
el más joven de los apóstoles y tan querido de Jesús, no está conforme con lo
que ha visto, tiene celos del querido Maestro, y le dice lo que acaba de hacer:
--Maestro,
nos hemos encontrado a uno que se dedicaba a lanzar demonios en nombre tuyo.
Como no es de los nuestros, se lo hemos prohibido.
Pensaba
el simpático Juan que Jesús le iba a alabar su celo, pero recibe esta respuesta
cordial:
--
¡No se lo prohibáis, hombre! Al contrario, ¡alegraos! Un enemigo menos que
tenemos. Porque ninguno que haga un milagro en mi nombre hablará después mal de
mí. Al revés, siempre hablará bien. Quien no está contra nosotros, está con
nosotros, ¿no te parece?...
La
cosa estaba clara. Y ahora Jesús se salta el pensamiento con otra afirmación
que repetimos tanto, porque tanto nos gusta y tanto nos anima:
--
Quien os dé a beber un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, os
aseguro con toda verdad que no perderá su recompensa.
¡Qué
bonito hasta ahora todo lo que dice Jesús! Pero cambia otra vez de repente el
pensamiento.
--
Estupendo eso de ayudarme en el hermano, ¿verdad? Pues, mirad: si eso es
magnífico, ahora os digo lo que es arrebatarme el alma de uno que cree en mí.
El que escandaliza a uno de estos creyentes, ¡que se prepare! Porque sería
mejor que le ataran una rueda de molino, esas que sólo puede remover un asno, y
lo arrojaran con ella al fondo del mar.
El
escándalo a los demás es terrible. ¿Y qué hacer cuando la ocasión la sentimos
nosotros? Jesús no ahorra comparaciones duras: Si tu propia mano te es ocasión
de escándalo, ¡córtatela! Te resulta mejor entrar manco en la vida, que no con
las dos manos irte al fuego inextinguible del infierno... Y si tu pie te
escandaliza porque te lleva por malos caminos, ¡córtatelo!, y entra cojo en la
vida antes que irte con los dos pies a la condenación... Y si tu ojo te es
ocasión de escándalo, porque quiere ver lo que no puede ver, ¡arráncatelo!,
aunque entres tuerto en el reino de Dios, pues te será mejor entrar con un ojo
en el cielo que irte con los dos ojos al infierno, donde el gusano del
remordimiento no muere ni el fuego se apaga...*
Hoy
ha estado Jesús moviéndose en varios terrenos. ¡Qué simpático lo del principio!
¡Qué generosidad después! ¡Qué serio que se ha puesto al final!...
Sí;
es bien simpático lo del principio. Nosotros solemos ser muy intolerantes con
los que no piensan como nosotros. Cuidado con el que piensa diferente en
política... Cuidado con el que piensa diferente hasta en una cosa tan sin
importancia como el fútbol...
¿Cuidado
también con el que piensa también diferente en religión?... Aquí, hemos de
distinguir.
No
podemos hacer las paces con el que se pone contra Jesucristo. Ni con el que
ataca las verdades fundamentales de la fe, porque niega a Dios que las ha
revelado y las sustituye por otras verdades inventadas por hombres. Ni contra
el que ataca a la Iglesia, porque va contra el mismo Jesucristo. No podemos estar
con ninguno de éstos.
Pero
es muy diferente el estar con el que piensa de otra manera y tiene otra
religión, en la que nació y fue formado. Los que tienen una conciencia recta
conforme a la cual actúan, aunque diferente de la nuestra, merecen todo nuestro
respeto, nuestro amor, nuestra atención cordial. Lo importante es respetarnos
mutuamente y seguir la voz de Dios, que es de todos y para todos, pues nadie
tiene la exclusiva de Dios...
Nosotros
miramos a Jesucristo que vive en nuestros hermanos, y, cuando lo vemos en una
necesidad cualquiera, le tendemos la mano. Esto es lo que nos dice Jesús con
eso de alargar un vaso de agua al que tiene sed. Le damos de beber a Jesús. Le
curamos a Jesús. Le visitamos a Jesús. Le ayudamos a Jesús. Y Jesús ve el corazón
con que le hacemos todas estas cosas... Sabiendo lo buen pagador que es Jesús,
podemos esperar lo inimaginable por haberle prestado tan cariñosos servicios...
Lo
malo será para los que hayan hecho lo contrario: que no solamente no le han
ayudado a Jesús haciéndole el bien en los demás, sino que le han arrebatado las
almas con el escándalo... Una rueda de molino atada al cuello para hundirse en
el fondo del mar, ¡ya es castigo duro!... Pero eso no es más que una imagen de
la realidad. La realidad del castigo de Dios supera toda imaginación...
Por
algo Jesús, que nos ama, nos previene también: manco, y cojo y ciego... ¡Eso no
es nada! Lo malo sería caer enteros y para siempre en el fuego que no se
apagará nunca.
Digamos
la verdad. El Evangelio de hoy es muy serio. Y hace bien la Iglesia al traernos
estas lecturas saludables, que las necesita el mundo moderno más que nunca.
Jesús no quiere dar miedo. Quiere salvar. Y al ver el peligro, grita Él más
fuerte que nadie: ¡Al tanto! ¡Cuidado!...
Un
abrazo,
Antonio
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