
José Vilaseca Haro es un escritor, hijo del que fuera Secretario General de nuestra Junta Mayor, Pepe Vilaseca Pizá.-JOVIPI.Cuyo galardón en su recuerdo otorgamos cada tres años a personas o entidades que difundan nuestra Semana Santa Marinera.

La obra creativa de JOVIHA comenzó en 1998.A lo largo de los años, ha participado en diversos certámenes literarios locales, hasta que, decantado definitivamente por la novela, en 2007 presentó su obra Llamadme Monstruo al Premio Planeta. Probó suerte de nuevo con la obra Padre Muerte, en la edición de 2008 , que finalmente publicaría en 2009, y en la última edición de dicho certamen participó con Los últimos días.En 2011, quedó finalista del VII Certamen de Novela Histórica "Ciudad de Valeria", con su novela Gladius Hispaniensis. En 2012 se alzó con el VIII Certamen de Novela Histórica "Ciudad de Valeria" con su novela Sidi: Mi señor, ambientada al final de la Primera Cruzada.
El pasado año 2013 fue el encargado de realizar el “introito” en el Sopar de la Creu Marinera, y ahora sigue compartiendo con los lectores de este blog una serie de artículos de su cosecha.Aqui teneis uno nuevo, hoy CRISTO Y EL ARTE.

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CRISTIANISMO Y EL ARTE, REPRESENTACIONES
CURIOSAS DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Por José Vilaseca Haro
Escritor
Lo cierto es que me ha costado
bastante empezar esta reseña de blog. En primer lugar, porque debía tener mucha
precaución con el tono de la misma: Demasiado desenfadada podría interpretarse
como irrespetuosa, mientras que excesivamente rígida animaría al aburrimiento.
Así que vamos a intentar tirar por la calle del medio, y rogaremos a la imagen
del Cristo que reverenciamos para que nos guíe.
Pues de eso precisamente vengo
a hablarles hoy, queridos amigos del blog de EOS: De imágenes de Cristo. Pero
no cualquier imagen, sino aquellas
particularmente llamativas y curiosas, que de algún modo nos llaman la atención
y, de paso, hacer una lectura de si su visión del momento de la vida de nuestro
Señor (flagelado, coronado, crucificado o yacente), puede interpretarse como
históricamente correcta.
El motivo por el cual quiero
compartir este pequeño artículo son dos imágenes de nuestra Semana Santa y
nuestras Parroquias, que me llamaron la atención: La primera, una fotografía
aparecida en este blog de EOS en la que, no sé bien el motivo, la imagen
titular de la Hermandad
de Jesús con la Cruz...
¡aparecía sin cruz! Así, la posición de Jesús cargando un peso invisible
resulta, cuanto menos, llamativa.
La segunda es una estampa que
se entregó durante la festividad de Todos los Santos en la Parroquia de Santa María
del Mar. Se trata de una pintura de un Cristo crucificado sin perizorium (paño de pureza atado a la
cintura y cubriéndole los genitales), por lo que dicha zona aparece difuminada.
.

Quisiera empezar precisamente
por aquí, haciendo un breve recorrido por las representaciones de Jesucristo
desnudo como forma de iniciar esas “curiosidades”
1. LA DESNUDEZ DE
CRISTO
A pesar de que todavía nos resulta chocante, las pinturas o esculturas
de Nuestro Señor tal y como su madre lo trajo al mundo no son precisamente una
creación nueva, ultramoderna y transgresora, ni se limitan exclusivamente al
momento de la crucifixión.
El bautismo de Cristo por parte de Juan el Bautista aporta alguna de las
primeras imágenes de Jesús desnudo. Parcial o totalmente sumergido en las aguas
del río Jordán, aparece desprovisto de todo ropaje en un fresco del Baptisterio
neoniano de Rávena, en ltalia, nada menos que en el siglo IV.

así como en el Monasterio de Daphni en Grecia, del siglo VI (construido,
curiosamente, en el mismo lugar en que los godos arrasaron el templo de Apolo),
siendo la iglesia principal del siglo XI.

Incluso en los Evangelios hay una referencia inequívoca a la posible
desnudez de Cristo en su última hora (en todos se habla de que “se repartieron
la ropa echándolo a suertes” como era costumbre entre los legionarios romanos,
siendo en Juan 19, 23 y 24 donde se explica de forma más extensa).
Es curioso que la imagen del paño de pureza o “perizoma” (que, como
reliquia, se venera en la catedral de Aquisgrán), el pedazo de lienzo que cubre
las vergüenzas de Nuestro Señor en muchas imágenes, no aparece en los
evangelios canónicos sino en los apócrifos, en el de Nicodemo, donde leemos “Y
cuando llegó al lugar que se llama Gólgota, los soldados lo desnudaron de sus
vestiduras y le ciñeron un lienzo”
Cristo crucificado desnudo aparece en la escultura, como en esta obra de
Cellini de 1562

o en la pintura, en esta copia casi perfecta del Cristo de Velázquez,
por parte del artista chileno Sebastián Errazuriz


pudiendo encontrar una miríada de ejemplos de mayor o menor acierto,
como este Cristo de Miguel Ángel Buonarotti, en la época de los Medici, una
escultura muy temprana en la obra del autor italiano.

Pero no solo en la
Santa Cruz encontramos a Cristo desnudo. Incluso en la
representación imaginada de su encuentro con la Parca llega a aparecer en
cueros, como este “Cristo en brazos de la Muerte ” del zamorano Ricardo Flecha (que,
envuelto en gran polémica, procesionó por Medina del Campo en abril de 2011 con
un improvisado paño de pureza cubriendo sus genitales)

o, en su momento de mayor esplendor, recién resucitado, de nuevo Miguel
Ángel lo esculpe sin pudor ni recato, en esta magnífica obra que se conserva en
el Monasterio de San Vicente en Roma,
o, volviendo a nuestro país, este Cristo Resucitado de El Greco
Si nos resulta difícil observar estas imágenes en momentos tan señalados
de la Muerte
de Nuestro Señor, quizá nos parezca poco menos que chocante esta obra que
recrea un instante fundamental de su Pasión, precisamente la de la Flagelación (en
nuestra Semana Santa podemos disfrutar de una bellísima talla venerada en el
Grao, y esperamos que pronto restaurada por una Hermandad a la que tengo un
particular afecto), y que no solo reúne una gran cantidad de curiosidades, sino
que nos va a servir para comenzar un nuevo capítulo:
2. EXTRAÑAS FLAGELACIONES
Esta imagen del Flagelado del escultor Paco Malo (que no hace honor a su
apellido, pues cuenta con un buen número de esculturas de corte religioso de
gran belleza):

Otro de los escultores patrios que han recreado el flagelado de forma
más realista sea particularmente conocido para los cofrades de la Hermandad de la Coronación de Espinas,
siendo autor del elemento central de su trono-anda, el sevillano Juan Manuel
Miñarro:

aunque no nos centraremos en esta bella imagen, sino en la escultura que
talló en madera de cedro para el estudio que se realizó sobre la Sábana Santa (que
incluyó exposición itinerante), donde, como en el flagelado de Paco Malo, todo
el cuerpo resulta afectado por los efectos del flagrum:

no sabemos si la tremenda escena del film de Mel Gibson, “La Pasión de Cristo” habrá
influido en estos autores, pero para muchos siguen resultando chocantes estas
representaciones tan realistas, en las que las sagradas espaldas de Cristo
parecen haber sufrido una ráfaga de ametralladora en lugar de los golpes de un
látigo.
Detalle de flagelación de Cristo de la Hermandad Universitaria
de Córdoba, también de Miñarro
Talla del Santísimo Cristo de 
O esta obra de tremenda crudeza, cuyo autor no he conseguido identificar
(aunque la mayoría de las referencias de la misma son de páginas web
portuguesas):

Cantaba Antonio Machín, allá por los cuarenta, aquel precioso bolero Angelitos Negros, donde apelaba al
pintor a que oscureciese la piel de algunos angelotes pues, al fin y al cabo,
también los quiere Dios. No sé si el Todopoderoso, en su infinita bondad,
tendrá querubines azabache entre su Corte Celestial, pero lo que sí es cierto
es que muchos autores han representado a su Hijo, Jesucristo, con un tono de
piel más cercano al ébano que al marfil.
A pesar de que las referencias que tenemos de la vida de Nuestro Señor
apenas describen sus facciones y características, y buena parte de las
representaciones modernas se basan en la huella de la Santa Síndone de
Turín (que representan a un hombre de rasgos hebreos, con barba apuntada, de
complexión fibrosa y elevada estatura), en ningún momento de las Sagradas
Escrituras se hace referencia a que su piel fuera más o menos bronceada.
En nuestros queridos Poblados Marítimos tenemos un ejemplo centenario,
el Santísimo Cristo del Grao, llamado tradicionalmente El Negret:
Sin embargo, no es ni mucho menos el más moreno entre los Cristos
morenos, perdónenme el juego de palabras. Muchos, generalmente tallas y
esculturas que tienen su origen en África, nos muestran a un Nazareno con
facciones, complexión y, por supuesto tez oscura, más cercana a un zulú que a
un judío:



O, por qué no reseñarlo, un sencillo y curioso Vía Crucis con imágenes
de un Cristo muy “racial”, que incluye una Verónica igualmente africana:

Aunque, sin necesidad de viajar al continente africano, existen muchas
tallas de Cristo prácticamente negras que se veneran en nuestro propio país o
en Sudamérica, como el Cristo Negro de Guatemala:


o el Cristo Negro de Cáceres, muy íntimamente ligado a la Semana Santa de la
capital extremeña:

Pero, como comentaba anteriormente, la falta de referencias de la
complexión de Jesús de Nazaret, unido a la imaginación del autor y, en
ocasiones, a circunstancias imprevisibles, han conseguido que la imaginería
referida a Cristo nos ofrezca algunas estampas poco más que curiosas
y 4. EL GRAN CAJÓN DESASTRE DE NUESTRO SEÑOR
Como he comentado, una de las referencias válidas que tenemos para
imaginar a Cristo es la
Sábana Santa de Turín, que nos dibuja (nunca mejor dicho)
sobre el tejido de lino, a un varón de complexión fuerte, incluso musculoso. En
Lucas, 2, se nos habla de que Jesús “crecía en sabiduría y en estatura”...
¡pero no en anchura! Sin embargo, el colombiano Fernando Botero no quiso perder
la oportunidad de ofrecernos un Jesucristo desde su particular (y amplísimo),
sentido de la perspectiva, prendido, crucificado, resucitado...

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de esta última imagen, me cabe la duda de saber si se trata de
Jesucristo o de El Increíble Hulk,
debido a ese extravagante color verde...
Pero, si el Cristo de Botero representa el exceso (de carne, se
entiende), hay otros que ofrecen defecto o carencia. El Cristo Roto de la Isla , una enorme escultura de
25 metros
en San José de Gracia, México, nos ofrece la imagen de un Cristo crucificado
sin cruz, sin pierna ni brazo derecho.


O, si cambiamos las extremidades inferiores por las superiores, nos
encontramos este ejemplo de talla tardogótica en Puerto de la Cruz , Tenerife


aunque no sé si siempre es mejor esto, que el pincel del pintor obligue
a Nuestro Señor a mirar a dos lugares al mismo tiempo (algo que solía ocurrir
en muchos Pantocrator, como este de Ravenna, en Italia), donde los enormes ojos
parecen confirmar que



Quedan muchas imágenes en el tintero, pero no es mi intención cansarles.
Me despido con esta pequeña broma cinematográfica y les emplazo a nuestro
próximo encuentro. Muy agradecido y hasta pronto.
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