miércoles, 27 de febrero de 2013

LA COLUMNA DE DIAZ TORTAJADA EN EOS.CARTA A UN COFRADE:SENTIDO RELIGIOSO DE LA ABSTINENCIA CUARESMAL


Carta a un cofrade
SENTIDO RELIGIOSO DE LA ABSTINENCIA CUARESMAL

Por Antonio DÍAZ TORTAJADA
Sacerdote-periodista



Querido cofrade:

He recibido tu tarjetón para la cena de las “fiestas del pueblo”. Estoy como predicador en la “Misión Diocesana: Porta Fidei”. ¡Disculpame!. Además estoy a dieta de adelgazamiento. Y ya sabes que las dietas de adelgazamiento están a la orden del día. Muchas personas comen poco o se privan de alimentos --apetitosos pero ricos en calorías-- para mantener un cuerpo bello.
El cristianismo conoce esta práctica desde hace muchos siglos. De hecho, cuando llegaba la Cuaresma, la Iglesia recomendaba comer menos y, en ciertos días, abstenerse de la carne o hacer una sola comida al día. Es lo que lo se llamaba guardar la abstinencia y el ayuno.
Ahora bien, la privación o abstención cristiana de alimentos no es de tipo medicinal o estético. Incluso va más allá de la moral y filosofía estoicas, pues su horizonte último no es el dominio del propio cuerpo. Uno se modera o se priva de alimentos para amar más a Dios y, a la vez, para ayudar a los demás. Por tanto, el ayuno y la abstinencia tienen un sentido religioso.
Después del concilio Vaticano II, la Iglesia realizó una profunda reflexión sobre la práctica del ayuno y de la abstinencia, especialmente durante el pontificado de Pablo VI. El resultado fue, por una parte, que asumiera el cambio de mentalidad y situación que han tenido lugar en los últimos tiempos y, por otra, que se ratificara en la práctica tradicional del ayuno y la abstinencia, aunque insistiendo en su dimensión espiritual y caritativa.
Fruto de la aceptación de los cambios sociales fue la incorporación de nuevos modos de penitencia. Por ejemplo, la aceptación del sacrificio que comporta la fidelidad perseverante a los deberes del propio estado, la aceptación de las dificultades que originan el trabajo propio y la convivencia humana, el sufrimiento paciente de las pruebas de la vida, etc. Igualmente, los miembros de la Iglesia que padecen enfermedad, pobreza o son perseguidos por seguir a Jesucristo son invitados a unir esos sufrimientos a los de Cristo. Los sacerdotes y almas consagradas han de sacrificarse más por sus  hermanos.
 
En cuanto al ayuno y la abstinencia, la Iglesia insiste en la necesidad de vincularlos con la imitación a Jesucristo: nosotros ayunamos, porque Jesucristo también ayunó durante los cuarenta días que estuvo en el desierto y para ser más generosos con los necesitados. Además, es evidente que el ayuno y la abstinencia facilitan la conversión del corazón, el arrepentimiento de los propios pecados, la expiación de los pecados ajenos y la práctica de la limosna al prójimo.
La legislación actual de la Iglesia es ésta. Son días de abstinencia todos los viernes del año que no sean solemnidad y obliga a los que han cumplido catorce años; son días de ayuno y abstinencia el miércoles de ceniza y el viernes santo, y obliga a los mayores de edad hasta que cumplan los cincuenta y nueve.
La Conferencia Episcopal Española permite cambiar la abstinencia de carne de los viernes que no sean los de cuaresma por una limosna --cuya cuantía se deja a la conciencia de cada uno--, la lectura de la Sagrada Escritura, y obras de misericordia (visita a enfermos o atribulados), mortificaciones corporales, obras de piedad (como la Eucaristía, el rezo del santo rosario, etc.).
Me gustaría subrayar que el ayuno y la abstinencia no son un tranquilizante para cohonestar una vida al margen de los mandamientos. Al contrario, son un acicate para el cumplimiento de la voluntad de Dios y para ayudar al prójimo necesitado.
Porque el ayuno que Dios quiere es, sobre todo, que vivamos el amor hacia él y hacia los demás. La crisis económica actual --que está llevando al umbral del hambre y de la pobreza a tantas personas-- puede convertirse en un cauce eficaz para que salgamos a su encuentro y seamos más generosos en la limosna. ¿No es bonito privarse de alimentos, sobre todo de alimentos costosos, para ayudar a los demás por amor a Dios? ¿No podríamos realizar en nuestras cofradías una cena del hambre y dar su valor a necesidades imperiosas? ¿Hay algo más actual?
Por cierto, soñé el otro día que había sido invitado a una estas cenas nuestras en este tiempo de renuncia. Habían muchos cofrades. Me discutían sobre lo desfasado de la abstinencia. No lo tenían claro.
Hay cuestiones que para muchos no están claras. No está clara nuestra fe. No está claro el ser cofrade. No está claro nuestra pertenencia a la Iglesia. No está claro vivir penitencialmente este tiempo de cuaresma. Y no está claro …. porque nos hacemos una “religión” a nuestra imagen y semejanza. La fabricamos nosotros.
Una mirada ligera a la práctica de los fieles cristianos, les decía yo, parece que muchos de nosotros no prestamos la debida atención a la abstinencia de carne. No solo es que ésta está en crisis porque hoy la penitencia como todo lo que suene a privación voluntaria está en crisis, sino que es su propio sentido el que no se comprende.
-- “¿De qué me hablas?”, me dijo un cofrade.
Os transcribo el menú de aquella cena a la que estaba invitado:
El precio incluye de lo siguiente: Tartaletas de hojaldre variadas, artesanitos de hojaldre (salchicha, chistorra, jamón york y queso, tortilla), palitos de verduras con masa filo, ensalada mediterránea. hojaldres de bacon y verduras, bocadillitos de semilla de amapola de jamón con tomate, brochetas de pollo yakitori, quiche de bacon y dátiles. Y todo regado con vino, etc..
 
Todo estaba muy precioso, y comensales.
Antes de terminar la cena, se me atragantó un dátil y me desperté.
Menos mal que era un sueño . Y todo parecido con la realidad era pura coincidencia.
Juan Pablo II recomendó la abstinencia de televisión por cuaresma: “¡En cuántas familias el televisor parece sustituir, más que favorecer, el diálogo entre las personas! Cierta abstinencia, también en este ámbito, puede ser saludable, tanto para dedicar mayor tiempo a la reflexión y a la oración, como para cultivar las relaciones humanas. Del mismo modo los cristianos podríamos hacer abstinencia de internet.
Por lo tanto, todos los cristianos deben hacer penitencia y han de ayunar: también aquellos que esperan a las doce de la noche para comer carne o quienes comen mariscos y pescados de calidad en viernes de cuaresma.
Querido cofrade, espero que te siente bien la cena. No sé todavía cual es el menú. Pero si coincide con el de mi sueño no me llames. Puede haber un dátil que me siente mal.
Un abrazo,



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