domingo, 1 de mayo de 2011

GUALLART NOS CUENTA SUS SENTIMIENTOS EN SU TRAVESIA SEMANASANTERA DE 11 DIAS EN LA VALENCIA MARINERA





DOMINGO DE RESURRECCIÓN









ENCUENTROS Y FIESTA DE LA ALEGRÍA



Como seguramente sucedió a las mujeres camino del sepulcro de su Jesús querido, levantarse por la mañana el domingo de Resurrección es una experiencia que invito a realizar cada año. Tras una semana de diez días especialmente intensa, algo confusa por circunstancias ajenas, con la gran carga visual, emocional e intensísima en lo que acontece al espíritu, hoy he dispuesto mi alma rumbo a los Poblados Marítimos en general.




Tres encuentros gloriosos me esperaban en el programa preparado a conciencia y todo se ha cumplido. Primeros detalles en el Canyamelar con Cristo y la Virgen bajo la lluvia de pétalos de rosa, acompañados por vítores, pólvora, aplausos y música de gran solemnidad en honor del Resucitado y su Madre, de blanco y dorado de fiesta grande.



En el Cabanyal, la visión desde un balcón de providencia me permite captar a la Virgen de los Dolores junto a todo el barrio mientras escuchan la Palabra de Dios que muestra a Jesús Resucitado, allí presente en un encuentro memorable. Mi corazón se abre a la mayor alegría de esta travesía cuando los granaderos liberan a María del velo de su desolación: ¡ Cristo vive ¡



Más tarde llega la experiencia en el Grao, con el memorial por los seres queridos en el puerto.


La corona de laurel que tomará el mar Mediterráneo precede a Jesús de Medinaceli vestido con túnica blanca de resurrección, que brilla al sol de la mañana de Pascua poco antes del mediodía.



Me dispongo a completar la ruta prevista hace ya muchos días. Y comienza un gran desfile de gala, pleno de color y alegría desbordante. Es el contraste con la tarde de viernes. Aquí destaca el ritmo trepidante, la música contagiosa y pegadiza que invita al aplauso con que cientos de valencianos, vecinos de todos los barrios marineros y muchos turistas, acogen el paso de personajes bíblicos, bandas de música y miembros de todos los colectivos participantes en esta gran experiencia semanasantera valenciana.




Renovados semblantes de gozo, expresan cada flor que regalan mayores y pequeños sin ceder la marcha por las calles del Marítimo: es la alegría por la Vida que nos trae la Pascua. Nuevamente un balcón cedido de corazón permite una panorámica que no dudo en inmortalizar como testimonio personal de la magnitud de esta fiesta y tradición valenciana.



Se acerca el final, lo intuyo. Vuelvo al inicio, aquella plaza del Rosario donde la tamborrada del jueves en la Retreta marcaba el inicio de un periodo de reflexión personal y me abría las puertas de un camino ávido de imágenes y palabras con sentimiento y flash. Apenas unas calles más acompañando a la Hermandad del Santo Sepulcro que, en la plaza de la Cruz, promueve la original silueta del caracol, tradicional convocatoria para la despedida final abierta a la fraternidad en un nuevo encuentro glorioso.



Más que el fin, siento que esto es el comienzo de un camino nuevo. El equipo fotográfico ha respondido bien, las tarjetas de memoria han asimilado experiencias sublimes, las baterías han entregado todo su potencial, la bici ha resultado vital para transportarme por la cubierta tantas veces y en todas las direcciones posibles. Observo el frágil recipiente – en otras palabras, mi corazón - rebosante de sentimientos a valorar.




Marcho de la Semana Santa Marinera convencido de que ha valido la pena entregar once días para recoger una porción de esperanza. Como suele decir un católico coherente que conozco y al que admiro también por su música, “Él va siempre delante y nos guía en el camino que lleva a la eternidad”.






¡ FELIZ PASCUA ¡











SÁBADO DE GLORIA







RESUCITÓ



Aunque podría parecer que hasta la noche no había plan de trabajo, lo cierto es que he pasado el día trabajando con las imágenes de días a atrás y meditando sobre muchas de ellas. Son tantos momentos personales, encuadres, silencios, propuestas…han pasado ya diez días y parece que esto se termina, aunque sigo sin muchas respuestas.



He llegado a la cubierta sur para situarme en la avenida del Puerto y captar, tras las Atarazanas, la Cruz del Cristo del Grao con el Sudario. Otro momento histórico de las celebraciones del Negret. Esta impresión ya me ha dado la primera medida de que el Resucitado actuaba esta noche con total protagonismo en los Poblados Marítimos.




Ha resultado una noche de Gloria, de sábado diferente, de preludio de la Resurrección.

La presencia de EOS me ha acompañado toda la velada, con una propuesta cruzando desde el Grao hasta el Cabanyal en línea recta toda la dimensión marinera en una noche de clima primaveral.



El Resucitado en el Rosario preparado para la vigilia pascual, la bendición del fuego renovador de almas en Cristo Redentor, el paso de la medianoche ya en el Cabanyal saliendo con el Cristo Resucitado a realizar ofrendas florales por todo el Marítimo.




Ha cambiado el signo de la semana; ahora hay fuegos artificiales, alegría, agua y loza en pedazos por las calles, dulces y cava en la puerta de las hermandades que voy visitando a cada paso. Allí encuentro a los Cristos con flores y telas blancas, a las Vírgenes de Dolores con el semblante más sereno, pero destaca sobre todo el Resucitado que la hermandad titular ha presentado en su local social: flores, aroma espiritual, noche de Gloria.








Marcho de nuevo hasta la otra punta de la cubierta donde he dejado a conciencia la bici para atravesar toda la zona a pie, sin prisas, saboreando la noche de transición al día grande. Ha valida la pena, apenas me quedan unas pocas horas. Ahora toca descanso.











VIERNES SANTO







LA REALIDAD DE LA CRUZ



Siento un enorme respeto por el Viernes Santo. Se me antoja el día más largo de la Historia, porque en él sucede todo: el sufrimiento, la entrega, el abandono, la confianza extrema. Tengo la seguridad de que no hay opción y que la travesía tiene que pasar por esta jornada particular, porque habrá un antes y un después en mi camino.




Me preocupaba no faltar a la cita matinal debido a mi cansancio acumulado, pero ha ido bien. Cumpliendo los horarios y los plazos, el encuentro de los Cristos del Salvador con el del Salvador y del Amparo ha sido muy acogedor en la puerta de la casa donde me despedí la noche del martes. Luego todo ha ido muy deprisa, por la avenida del Mediterráneo hasta las vías del tranvía y con ríos de gente llevando en volandas ambas imágenes hasta el abrazo emotivo y la despedida ya cerca del Paseo Marítimo. A primera hora la playa acoge al Cristo del Salvador y la corona del laurel, recogida por las olas que acarician la arena de la playa, expresa el sentimiento marinero por la memoria de sus seres tomados por el mar hacia eternidad. Entro en el mar, cámara en mano, acompañando el gesto y haciéndolo un poco mío.


Hace muy buen tiempo y la calle de la Reina destaca por sus novedosos adornos florales, así como muestra los preparativos para una larga tarde de pasión sagrada. Las sillas caseras atadas con cuerda a distancia cerca de las aceras contrastan con las butacas uniformes apiladas junto a la tribuna de preferencia. Pero esta vía sólo resulta un lugar de paso porque mi objetivo es vivir en primera persona los Via Crucis de la mañana. Sé que sólo puedo llegar a dos de ellos, así que hago mi elección. En el Rosario, siguiendo por la calle los pasos de Cristo hasta la plaza de la Cruz, los personajes bíblicos representan la Verónica con un realismo que sobrecoge el corazón. En el Cabanyal todo es similar: vestas y granaderos procesionan con respetuosa seriedad, Jesús subiendo al Calvario, María sufriendo su experiencia personal con la mayor dignidad. Me detengo en las esquinas intuyendo un buen encuadre, pero resulta complicado no dejarse llevar por la emoción visual y hacer clic sobre cualquier motivo que al instante se evapora con una nueva propuesta y otra más. Lo esencial es invisible a los ojos; medito la realidad de la Cruz y obtengo algunas instantáneas de ensueño.


Cómo cambia todo en pocas horas. Comienza el Santo Entierro que durante siete horas recorrerá todo el Marítimo, llenando la totalidad de la cubierta de la embarcación donde participo de esta experiencia tan sublime. Tomar la procesión general desde diversos ángulos y encuadres es un reto que merece un respeto: me propongo vivir la experiencia en primera persona, captar lo esencial, buscar esa otra mirada que llega al interior, que resulta plena, que llega a colmar la toma gráfica alojando la captura en la tarjeta digital y asegurando un propuesta coherente a quien la pueda contemplar en el futuro.




Treinta y dos grupos ya conocidos durante estos ocho días precedentes, en los que busco aquello que les caracteriza, símbolos, detalles y atributos, personajes emblemáticos que han cambiando sus vestidos y ropajes para adaptarse al presente de la fiesta: de los Sayones al Santo Sepulcro, se suceden ante mi cámara cofradías, hermandades y corporaciones que explican la Pasión y Muerte del Señor. Mi corazón penetra por primera vez en la esencia de la Semana Santa Marinera. Recorriendo con esta actitud trascendente la procesión general, los encuadres modifican su ángulo, los disparos son más selectos, las pulilas se contraen ante cada paso que impacta el alma: el santo Cáliz, el Cristo del Buen Acierto, Nuestro Padre Jesús Nazareno, la Dolorosa, la Veracruz…todo es solemne, profundo y sublime. Las fotografías son un pretexto para acariciar con la mirada cercana cada momento de la Pasión.






Pasan las horas y sigo en la brecha. La tribuna es la referencia que indica la última etapa de la jornada. Sólo resta acompañar a las hermandades del Santo Silencio y Veracruz, seguida del Santo Sepulcro, con sus fieles, su música y su mensaje espiritual, por la zona más cercana al puerto. Autoridades religiosas y civiles, representantes de todos los colectivos de la Semana Santa, cumplen su tramo en silencio meditativo bordeando el Grao hasta finalizar el trayecto: la plaza del Rosario poblada y expectante contempla cómo el Cristo yacente pasa de la urna sobre su trono-anda hasta el altar que preside María, Virgen del Rosario. La última oración, un beso sincero sobre los pies del Redentor y llega el momento de retirarse. Hay mucho que meditar, las fotografías harán su parte y mostrarán su sentido.

SENTIMIENTO Y FLASH - LA MAÑANA



SENTIMIENTO Y FLASH - LA TARDE








JUEVES SANTO







LA CONTEMPLACIÓN DEL AMOR



Y de repente, la lluvia. Era probable que llegara pero no me resistía a aceptar que el mal tiempo condicionara esta travesía hasta ahora tan afable en el aspecto climático. Además, por eso de que los imprevistos nunca llegan solos, un despiste técnico ha descompuesto mi programa a la puerta de Santa María del Mar, con el estruendo de tambores en los minutos previos al Acto de la Profecía. Cuando estoy en disposición de captar algo, la tarde ya lleva ritmo de marcha con la complicación de las primeras gotas de lluvia convertidas en un chaparrón antológico. Son momentos de confusión pedaleando hacia el Rosario y sin poder disparar una sólo fotografía.



Aquí surge de nuevo la vocación, el sentido de mi presencia en esta gran cubierta marinera. Asumo la nueva situación y retomo el reto: vivo el presente desde el gran amor que siento derramado en mi corazón, que me hace buscar la presencia de Jesús en la capilla del Santísimo Cristo de los Afligidos en forma de monumento eucarístico. En su bóveda el Santo Cáliz preside la histórica salida de Cristo por el Canyamelar. Aquí no llueve, el misterio del amor de Dios conforta el alma.



Como me dice un feligrés de la parroquia, ésta es una tarde de voluntades; porque la visita a los Monumentos se convierte en una opción personal. Las parroquias estarán de puertas abiertas y el Santísimo Sacramento acogerá a quien visite a Jesús en su forma permanente.




La segunda parada es en Cristo Redentor- San Rafael Arcángel. Sigue lloviendo y el chubasquero sigue rechazando agua, el gorro polar y la bufanda - que me acompañan siempre - me resguardan manteniendo mi cuerpo con el calor físico, mientras mi mente se esfuerza por asimilar un nuevo estado de ánimo. De nuevo Jesús sacramentado, silencio y oración. Fotografiar al Amor de los Amores resulta un atrevimiento si no hay donación personal, por lo que de nuevo me arrodillo, medito, me preparo interiormente ante este altar preparado para dar testimonio de Dios Amor. Capto detalles, entrego el alma.



La parroquia de los Ángeles me acoge con el Cristo yacente a primera vista, con la gran capilla de la Comunión en la que resplandece el Santísimo en mil detalles originales que suscitan recogimiento y coloquio en la intimidad del sagrario.



La noche es propicia para visitar domicilios particulares, cofradías y hermandades con presencia de imágenes. Son momentos de fraternidad, oración y archivo fotográfico. Me halaga la gran hospitalidad, la complacencia hacia el visitante. Me faltaba el monumento de la capilla del Negret en el Grao y allá que voy que cumplimentarle; es el momento de la Hora Santa y resulta apropiado crear un nuevo momento de paz.



Ya es tarde, pero todavía hay programa y EOS me acompaña. Si bien la procesión del Recogimiento se ha suspendido por el tiempo inclemente, sí que ha salido a la calle la de las Antorchas, que permite una estampa de la plaza del Rosario con el Nazareno entrando en el templo. Y finalmente la procesión de la Juventud en Cristo Redentor, donde una niña porta a Jesús Crucificado en lo que resulta una de las dos imágenes de impacto de la noche.


La otra estaba por llegar. Regreso hacia el coche, bici en mano, cuando me detengo ante el Cristo del Buen Acierto en su hermandad - puerta cerrada tal vez a hora temprana -pero con una estampa que no quiero olvidar. Jesús en la Cruz, Juan y María a los pies. La iluminación es a través del cristal, con una farola de la calle y una cruz de bombillas de la hermandad vecina. Vuelvo a arrodillarme varios minutos y siento que capto la esencia del Viernes Santo que está al llegar.






SENTIMIENTO Y FLASH: LA OTRA MIRADA





MIÉRCOLES SANTO






A LAS PUERTAS DE LA PASIÓN


El clima sigue respetando la travesía. Es la tarde del miércoles y la primera parada de una larga jornada es hacia el norte. Ya ha pasado medio viaje y me encuentro bien de forma física, aunque mi gran preocupación sigue siendo la búsqueda espiritual.



Un acontecimiento lo ha marcado todo: Jesús, apresado por la corporación romana, es llevado – acompañado por autoridades civiles -a la parroquia de los Ángeles; y allí, en presencia de la población marinera, siente la lanza de Longinos en el costado como preludio de la Pasión ya cercana. Mi corazón siente la estampa como un dolor lacerante. Necesito escapar de allí y lo hago por la sacristía, una capilla lateral y luego entre la turba que llena el templo.



Quiero respirar aire puro y me dirijo hacia el mar. Allí me topo con el Cristo yacente de los Sayones que realizan el traslado con gran solemnidad: más imágenes, más impacto.

Desde el inicio sabía que sería una larga tarde-noche, pero realmente no podía imaginar lo que me esperaba. La Oración del Huerto pasa ante mí recordándome que el sufrimiento que pueda vivir estos días está aceptado de antemano; tomo la bici y marcho al Rosario.



Y vuelvo a quedar atrapado por la música de banda, por cornetas y tambores que entrelazan los pasos de hermandades y cofradías: la Santa Faz, el Descendimiento, Jesús camino del Santo Sepulcro, la Dolorosa y Jesús cautivo presidiendo la procesión. Es una larga y estrecha calle del Canyamelar, sus portales con ese característico escalón que permite un encuadre diferente, en la que permanezco a las puertas de la Pasión en mi silencio de meditación personal.



Mi ansia de paz, el deseo de entregar una nueva porción de mi vocación artística al Marítimo, me llevan al entorno de la parroquia de San Mauro, donde el Cristo de la Concordia hace sus etapas cerca del pueblo llano. El ambiente del barrio no acompaña, pero siempre hay fieles al Señor que le acogen en sus brazos y sobre sus hombros le trasladan al interior del templo para presidir de nuevo el altar mayor. Me siento algo más animado recordando que aún resta la noche.




La propuesta de nocturna de recogimiento en el Rosario, penitencia por la paz en los Ángeles y aún más penitencia en Santa María del Mar, son motivo de honda reflexión. La cámara sólo capta impactos de flash, porque la mente interioriza y el espíritu se eleva con algunas respuestas del alma. La entrega de los costaleros, las severas antorchas romanas, el dócil Medinaceli del Grao entre vestas con lámparas que iluminan el paso hacia el Jueves Santo.













MARTES SANTO






LAS PALABRAS Y EL SILENCIO DE JESÚS




Hoy es el primer día con actividad nocturna. Las procesiones se suceden en la tarde- noche de los Poblados Marítimos. No hay tregua, ya es Martes Santo. Seguir por el Cabanyal a Jesús atado a la columna, mostrado después a todos como Ecce Homo, me hace reflexionar sobre el sentido de mi propuesta artístico-espiritual. Cambiando de zona he realizado una parada en la Exposición sobre el Rosario con los pasos relacionados con el tema y ha resultado un momento interior muy pleno.




Luego prosigue andadura de Jesús, Nuestro Padre Nazareno, que - como en el Cabanyal - padece en silencio: son los ojos de la ternura, la donación extrema, la comunicación desde el corazón. Igualmente en el Rosario, el Nazareno, apresado y coronado de espinas, expresa su amor sin palabras. Semblantes abiertos a la luz nocturna de estos barrios testigos del paso de Cristo, cornetas y tambores que marcan el ritmo de los acontecimientos.




Pero hay espacio al final de la jornada para que, a la luz de un farol, presente Cristo crucificado por los afligidos del mundo, los auroros de Vinalesa canten su eco a las Siete Palabras de Jesús en el Calvario. Los timbales marcan los silencios, los fieles interiorizan la realidad de la Cruz: son las palabras que marcaron la salvación del mundo. Limito mi trabajo, medito en silencio; nuevos impactos de luz y sentimiento.



Despido la noche con el Via Crucis del Salvador. Este Cristo seguirá en vela tras subir una estrecha escalera hacia una casa particular, que será colmada de gracia por su excelsa presencia. Flores rojas para recibirle, fe grande para darle hospitalidad.














LUNES SANTO







¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?



He tenido el privilegio de contemplar esta mañana a Cristo treces veces presente en el Grao y en mi Semana Santa personal: Grao, Medinaceli y con la Cruz en la pequeña sala de Ernesto Anastasio, 3. Un sido un instante de “gracias” a Dios por traerme hasta aquí. Siento que la semana será larga o corta según mi implicación, pero desde ese momento decido aceptar todo lo que sea mi designio en este presente.



Tarde de Lunes Santo equivale a decir Afligidos y procesiones. Comienzo mi recorrido con la Flagelación, la tortura del cuerpo entregado de Cristo: esa mirada del Señor al infitito me aturde, la figura maniatada a la columna de nuestra incapacidad de amar me sobrecoge. De pronto, una complicación en la bici cuando me disponía a marchar hacia los Ángeles, condiciona mi plan de imágenes. No acepto el traspiés de buena gana y tengo que quedarme cerca del Rosario.



Busco la procesión y la música me orienta. Protegido por la policía y el palio de honor, precedido por el incienso, seguido por cientos de fieles, el Cristo patrón del Canyamelar recorre lentamente el barrio y me regala impactos de flash que me inyectan mucho ánimo. He sentido un gran abandono en esa primera situación inesperada, pero ahora me encuentro en cierto modo reconfortado.











Acaso estaba por llegar la culminación del día con el encuentro del Cristo del Grao y la Virgen de los Dolores de los Granaderos. Se ha hecho muy tarde, pero describir la experiencia vivida por estos dos colectivos merece la pena. El luminoso que marca el local de los protectores de la Madre Dolorosa recibe en su cielo fuegos artificiales para el recuerdo, las palabras de bienvenida, recuerdos de infancia, sentimientos y gracias, quedan colmadas por la lluvia de pétalos que el Cristo recibe al alojarse en los brazos de María. Fotografías, aplausos, emotivos abrazos que despiden un nuevo día para la posteridad.










DOMINGO DE RAMOS






LA ACOGIDA



Desde siempre me ha contagiado la alegría del Domingo de Ramos. Las palmas, la música alegre y contagiosa, los semblantes de luz y color que se concretan en la acogida que el pueblo y los fieles en general dedican a Jesús como esperanza de presente. Hay un gran colorido visual en el Hogar del Rosario donde observo cómo hermandades y cofradías se entremezclan en el patio del colegio, congregados para escuchar la Palabra de Dios y sentir en primera persona la bendición de las palmas de fiesta. Apenas unos minutos juntos y después todos a las calles del Canyamelar con aires de celebración.


Todo el Marítimo está en la misma onda, pero concreto mi presencia en las Atarazanas, donde la figura del Cristo de Grao vuelve a destacar porque preside la bendición de Ramos. Un encuadre histórico para una participación de reconocimiento y homenaje.



Tengo que destacar que el resto de la mañana tiene un aire de relaciones. El Cristo de los Afligidos facsímil acoge al de la Palma en una casa particular y esto implica la presencia del titular del Canyamelar en el altar mayor del Rosario para estos días, con la la bajada del pedestal en su capilla en un acto de reverencia y recogimiento.



Llega la tarde y con ella los traslados. Son momentos de imágenes y de semblantes. La bici me lleva por toda la cubierta, de parte a parte; el equipo fotográfico responde a la perfección y la luz vespertina es muy favorable. La parroquia de los Ángeles ofrece el movimiento colectivo de todos sus tronos-andas por única vez, por lo que merece la pena estar presente, captar esencias, meditar en silencio e interiorizar cada momento de la Semana Santa que emerge de este templo: la Oración del Huerto, el Cristo del Perdón, Jesús en la columna, la Veracruz, la Coronación de Espinas, Jesús con la Cruz…y siento profundamente que Longinos no lleve la imagen de siempre y que creo percibir que añoran en silencio.



Confesaré que el traslado del Santo Cáliz es una estampa preferente y esos minutos en Cristo Redentor, acompañando también al Cristo del Salvador y del Amparo son de una profunda esencia espiritual. Detalles, impactos, ¡ quiero captar tantas cosas !



Y llega en el programa una convocatoria que resulta un reto. Encontrarse con tres Cristos a la vez se puede hacer muy pocas veces. Me preparo para ello recordando mi relación de tantos años con el Negret del Grao en la memoria y buscando en su recorrido particular cada una de las otras imágenes: Jesús con la Cruz desde el Rosario, Jesús de Medinaceli desde el Grao. La cita es junto a la parada del metro, el espacio físico muy limitado, la fotografía para la historia resulta casi épica. Momento sublime, con una carga espiritual indescriptible, testigo de emociones que trato de mostrar en la imágenes de mi travesía.
Comienza la Semana Santa.

SENTIMIENTO Y FLASH. MAÑANA


SENTIMIENTO Y FLASH. TARDE






SÁBADO DE PASIÓN







DIARIO DÍA 3: SÁBADO DE PASIÓN POR CRISTOFOTOS PARA SENTIMIENTO Y FLASH: LA OTRA MIRADA


Llevado al hombro por fieles, el Cristo del Perdón marca la tarde del Cabanyal. Es una imagen pequeña en comparación con otras de la Semana Santa Marinera, pero precisamente por eso permite al cuerpo humano abrazarla con más seguridad y cercanía. Es sábado de Pasión, que yo interpreto con mi cámara como una oportunidad de reflexionar a través de las imágenes de tanta gente apasionada con Cristo y que vive con gran entrega esta etapa del año cristiano. Es un recorrido corto, pero intenso. Ha valido la pena este nuevo encuentro con el Señor. Al llegar a la parroquia de los Ángeles, me ha sorprendido ver que las imágenes procesionales ya están preparadas en la nave central; están delante de las capillas laterales que de este modo duplican las presencias sagradas.



El paso me lleva al Rosario, a la procesión de Nuestro Señor en su Crucifixión. A mi llegada a la zona todo está en marcha y me incorporo al cortejo que preludia el paso del anda portada por costaleros. Una mirada y un gesto bastan para lograr un balcón de privilegio que me permite imágenes de ambiente, detalles y nuevos sentimientos. Curiosamente son personas cercanas a conocidos míos de la Hermandad, que me ceden la mejor ventana a la procesión de mayor impacto por el esfuerzo físico y la entrega de hombres y mujeres por la fe. Me conmueve la imagen de la Virgen - dolor de madre otra vez – que acompaña a Cristo.


El tiempo se consume y no puedo llegar a más sitios. Reflexiono, cámara en mano, los últimos pasos de la procesión, con otro balcón bien ubicado para un encuadre de ensueño casi en la última curva del recorrido. Y al final, la entrada en la parroquia, la imagen desde el púlpito, los abrazos de los costaleros, hombres y mujeres de bien entregados a Cristo en su Crucifixión. Otra jornada de grandes impactos visuales.











VIERNES DE DOLORES: LA ANGUSTIA DE LA MADRE





DIARIO: DÍA 2 VIERNES DE DOLORES Y DE ANGUSTIAS




Lo siento, no he podido comenzar la tarde con el primer acto religioso de la Soledad. Mi cuerpo y mi mente estaban fuera del Marítimo, despidiendo -por momentos- otros ilustres compromisos. He regresado de facto a tiempo de contemplar el retorno de Nuestra Señora de los Dolores cruzando el umbral de Santa María del Mar y, equipo en mano, me he arrodillado ante ella. Le he dicho, estremecido por las lágrimas en sus ojos, que no volvería ausentarme de su lado por esta Semana Santa: ha sido un primer plano de impacto y sentimiento.



No mencioné ayer que mi recorrido tiene el apoyo de una bicicleta de paseo. Así que tomo dirección a la parroquia de Cristo Redentor, donde María ya ha empezado su camino por los Siete Dolores. Es bellísima, como las demás, pero me transmite ya en el primer encuadre la angustia de tener a Jesús en sus amorosos brazos recién desclavado de la cruz. Tambores marcan cada estación de dolor y las antorchas portadas por rostros cubiertos de pena escoltan el paso: la delicadeza con la que toma su mano a la vez que abre aún más su corazón materno abre la mente de cualquiera.







Quedo con la confianza de que un alma con fe la acoge en su casa por estos días, que estará acompañada y visitada por tantos, que sentirán en el silencio y la contemplación una mínima porción de su estado de ánimo y la realidad de ese instante sagrado.


Siento necesidad de rezar, de estar en compañía. De este modo cambio de zona y me incorporo a las plegarias del Cristo de la Palma, de nuevo en el Grao. Silencio, seriedad, recogimiento: sólo se escucha, cada parada, una oración personal donada por un fiel anónimo y reconocida por la Hermandad. El Cristo, acompañado por el pueblo y custodiado por soldados, retorna a su capilla haciendo alto en el umbral de su morada. Estremece el silencio, la iglesia está oscura, pero el flash – orientado como apoyo – colabora para captar una imagen de sentimiento profundo: la plegaria que no logré escribir ya ha tenido destino.






FOTOS PARA SENTIMIENTO Y FLASH: LA OTRA MIRADA






SEMANA SANTA MARINERA: JUEVES DE RETRETA








DIARIO DE UNA TRAVESÍA POR EL MARÍTIMO: DÍA 1.- LA CONVOCATORIA



JUEVES DE RETRETA



Es la tarde-noche del jueves antes de la Semana Santa. Llevo varios días mirando hacia el mar. Los Poblamos Marítimos esperan su gran momento del año y en esto coincidimos. El pasaje para una travesía de once días por esta zona de Valencia está todavía por estrenar; falta muy poco.


Atardece en la plaza del Rosario del Canyamelar cuando llego con toda mi ilusión y el colgante del blog EOS en mi mano izquierda, que también sujeta mi pesada mochila: mi cámara Canon, objetivos variados, tarjetas de memoria, baterías, flash y un recipiente aún vacío que espero llenar de sentimientos.



Han pasado pocos minutos y la fuente junto a la Iglesia comienza concentrar curiosos, músicos y algunos cofrades. Visto y no visto, el espacio se llena de gente ávida de fiesta que pocos minutos después inician el evento del día: la Retreta.



Se hace un gran silencio y el párroco dicta la arenga religiosa al pueblo llano. Y de pronto comienza todo. Cornetas y tambores, estandartes, variados símbolos semanasanteros pueblan de inmediato las calles con ritmos vibrantes: llaman a la fiesta grande de la Valencia marinera y aquí responden niños y mayores -con rostros desnudos- en la penumbra de las farolas a media luz del Canyamelar.


Un recorrido que resulta corto pero intenso y desemboca de nuevo en la citada plaza, donde todos los presentes se concentran alrededor de los tambores protagonistas de la jornada: una señal maestra marca muchos minutos, en series cada vez más prolongadas, de golpes de tambor con notas y estilo, envolviendo con su estruendo un mensaje de convocatoria santa, tamborrada para Dios, que estará presente en el Marítimo para proponernos de nuevo – como cada año - la santidad.


FOTOS PARA SENTIMIENTO Y FLASH: LA OTRA MIRADA

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