Carta a un cofrade
Sacerdote-periodista
PREGÓN PARA UNA PASCUA
Por Antonio DÍAZ TORTAJADA
I. Atención y silencio
Atención y silencio,
cofrades.
Acallemos el ruido,
bajemos el tono de nuestro móvil,
que el imparable borboteo
de la vida y de la ciudad
se apacigüe en nosotros.
Hagamos silencio, porque
los pregones espirituales
demandan sosiego,
tranquilidad, un momento de pausa
que no nos hará daño y
regará las raíces sedientas
de nuestro interior
profundo. Atención y silencio.
Las semillas de la
oración, de la Palabra, de la reflexión,
de la solidaridad cívica
que son las semillas de la Cuaresma
florecen en la hermosura
de la Pascua en el fruto granado
de la vida con el
resucitado, la vida nueva de la fraternidad única.
Que el anuncio de la
Cuaresma sea, en verdad,
un anuncio de la Pascua
que nos llega.
III Un anuncio
espiritual y social
El anuncio de la Cuaresma
es, a la vez, espiritual y social.
Es espiritual porque
quiere tocar otra vez
lo que anida dentro, la
vida que late en el fondo,
la savia que corre aún por
las venas del árbol seco.
No estamos muertos, no
somos insensibles,
no hemos perdido los
valores, no esta frío nuestro corazón.
La vida sigue latiendo, la
ilusión sigue verdeando.
la ternura continúa
reconfortándonos.
Por eso se nos puede
anunciar un tiempo de aliento,
de espiritualidad viva,
de camino recomenzado.
Y, a la vez, el anuncio de
la Cuaresma
es social, toca la vida,
apunta a los caminos
cotidianos,
quiere mezclarse con
nuestros asuntos,
camina por las calles de
nuestros barrios,
ahí donde Dios quiere ser
amado y servido,
amado en el fondo del
corazón,
servido en la vida de los
débiles.
IV. El anuncio de una
ciudadanía fiel
El anuncio de este año,
la conversión que la
Cuaresma nos demanda
es la conversion a una
ciudadanía fiel.
El momento que vivimos nos
puede parecer un lodazal,
un tinglado de corrupción
y desvarío,
de inhumanidad y desamparo
que nos lleve a abandonar
el camino de la
ciudadanía.
¿Cómo contribuir a la
causa común cuando abundan los ladrones?
¿Cómo valorar lo publico
cuando lo privado es potenciado?
¿Cómo colaborar en las
obras de todos
cuando los egoísmos son
ensalzados?
Es entonces cuando suena vibrante
el pregón de la Cuaresma,
de la Pascua humanizadora:
“Seamos un ciudadano fiel,
cumplores de nuestras obligaciones,
colaboremos en la
construcción de la ciudad de todos,
la ciudad de los seres
humanos.
No cedamos a la tentación
del desaliento,
del abandono de la amistad
cívica,
del anhelo de una
ciudadanía en fraternidad y justicia”.
Este es el mensaje, la
profecía, el pregón.
Si escuchas esa voz, no
endurezcas el corazón.
V. No estamos solos
No digas: Estamos solos,
dejados de la mano de
Dios, abandonados a nuestra suerte.
No es así porque el amor
del Padre
sigue siendo generoso con
nosotros.
Tenemos la gran ayuda de
la persona viva de Jesús,
de sus palabras hermosas.
En ellas encontramos
aquella pregunta incisiva
de Jesús a Pedro:
“¿Los reyes de la tierra
a quién cobran impuestos,
a propios o a extraños?
…Para no escandalizar,
Paga por ti y por mí”.
Pagaremos como personas
libres,
como personas que
construyen
la fraternidad social,
sabiendo que por encima de
usurpadores,
de corruptos y de
extorsionadores está el bien social,
la evidencia de que el
bienestar de todos
depende de la solidaridad
común.
No estamos solos,
Jesús el libre,
el compasivo,
el solidario activo
el ciudadano amable
está en nuestro mismo
caminar.
VI. Y está la Palabra
Y está la Palabra, nuestra
buena
y cotidiana acompañante.
Nos acompañará este año
la buena noticia de san
Lucas,
noticia buena para
paganos,
noticia que quiere ser
leída y escuchada
no solamente en las
iglesia
o en las facultades de
teología,
sino allí donde la gente
vive: en la calle,
en el trabajo, en el ocio,
en la relación.
No secuestréis mi
Evangelio,
dice Lucas a las personas
religiosas,
ofrecedlo a toda persona
que anhele el bien,
la justicia, la compasión,
la bondad, el gozo.
Esos son los valores de mi
evangelio;
con ellos podréis
construir mejor
el cimiento de la nueva
ciudad que anheláis.
VII. Y la fraternidad
parroquial, arciprestal, social
Y será también un apoyo
la fraternidad parroquial,
la ayuda de la comunidad
de creyentes,
la fraternidad
arciprestal,
la fraternidad ciudadana,
la certeza de que somos
muchos
quienes deseamos esa
ciudadanía nueva.
Es cierto que la voz de
los muchos
se escucha menos que las
voces,
pocas y estridentes, de
quienes ostentan el poder.
Por eso la Cuaresma y la
Pascua
devuelven la voz a quienes
se la han quitado
y la quieren retirar
a quien tiene demasiada
voz.
Somos muchos quienes no
hemos perdido el anhelo
de llegar a la ciudad
nueva,
la de la justicia
cumplida,
sin llanto,
sin luto,
sin dolor,
sin extorsión,
sin violencia,
sin desamor.
La fraternidad es la casa
de la que partimos
y que deseamos construir
para que termine
albergando
a toda persona,
a toda realidad.
Cuaresma y Pascua
hermanadas:
una Cuaresma lúcida
anuncia una Pascua de
gozo;
una Cuaresma espiritual
anuncia a un Jesús más
vivo;
una Cuaresma de honradez
anuncia una Pascua de
fraternidad;
una Cuaresma de
solidaridad
anuncia una Pascua de
verdad;
una Cuaresma de compasión
y ternura
anuncia una Pascua de
vida.
Dice Pablo con tino que
Jesús anunciaría
UN NUEVO AMANECER.
No una filosofía,
ni una religión,
ni una moral,
ni un sistema económico.
Un nuevo amanecer,
una posibilidad,
un futuro en las manos,
un señorío desde la
humildad,
un presente lleno de amor,
un futuro compartido en
justicia,
un gozo para las lágrimas
de quienes nadie consuela.
Un nuevo amanecer.
Eso es la Pascua,
eso es lo que la Cuaresma
nos anuncia.
Como decía el Señor:
“Quien tenga oídos,
que oiga”. quien tenga
sensibilidad,
acogida, fe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario