domingo, 3 de marzo de 2013

LA COLUMNA DE DIAZ TORTAJADA EN EOS.CARTA A UN COFRADE:PREGÓN PARA UNA PASCUA

FOTOS PACO CELDRÁN

Carta a un cofrade
PREGÓN PARA UNA PASCUA
Por Antonio DÍAZ TORTAJADA
Sacerdote-periodista

Querido cofrade:

I. Atención y silencio

Atención y silencio, cofrades.
Acallemos el ruido, bajemos el tono de nuestro móvil,
que el imparable borboteo de la vida y de la ciudad
se apacigüe en nosotros.

Hagamos silencio, porque los pregones espirituales
demandan sosiego, tranquilidad, un momento de pausa
que no nos hará daño y regará las raíces sedientas
de nuestro interior profundo. Atención y silencio.

 II  Anunciar la cuaresma, anunciar la Pascua

Las semillas de la oración, de la Palabra, de la reflexión,
de la solidaridad cívica que son las semillas de la Cuaresma
florecen en la hermosura de la Pascua en el fruto granado
de la vida con el resucitado, la vida nueva de la fraternidad única.
Que el anuncio de la Cuaresma sea, en verdad,
un anuncio de la Pascua que nos llega.
 III  Un anuncio espiritual y social

El anuncio de la Cuaresma es, a la vez, espiritual y social.
Es espiritual porque quiere tocar otra vez
lo que anida dentro, la vida que late en el fondo,
la savia que corre aún por las venas del árbol seco.
 No estamos muertos, no somos insensibles,
no hemos perdido los valores, no esta frío nuestro corazón.
La vida sigue latiendo, la ilusión sigue verdeando.
la ternura continúa reconfortándonos.
 Por eso se nos puede anunciar un tiempo de aliento,
de espiritualidad viva,
de camino recomenzado.
 Y, a la vez, el anuncio de la Cuaresma
es social, toca la vida,
apunta a los caminos cotidianos,
quiere mezclarse con nuestros asuntos,
camina por las calles de nuestros barrios,
ahí donde Dios quiere ser amado y servido,
amado en el fondo del corazón,
servido en la vida de los débiles.
 IV. El anuncio de una ciudadanía fiel

El anuncio de este año,
la conversión que la Cuaresma nos demanda
es la conversion a una ciudadanía fiel.
El momento que vivimos nos puede parecer un lodazal,
un tinglado de corrupción y desvarío,
de inhumanidad y desamparo que nos lleve a abandonar
el camino de la ciudadanía.
¿Cómo contribuir a la causa común cuando abundan los ladrones?
¿Cómo valorar lo publico cuando lo privado es potenciado?
¿Cómo colaborar en las obras de todos
cuando los egoísmos son ensalzados?

 Es entonces cuando suena vibrante
el pregón de la Cuaresma, de la Pascua humanizadora:
“Seamos un ciudadano fiel, cumplores de nuestras obligaciones,
colaboremos en la construcción de la ciudad de todos,
la ciudad de los seres humanos.
 No cedamos a la tentación del desaliento,
del abandono de la amistad cívica,
del anhelo de una ciudadanía en fraternidad y justicia”.
Este es el mensaje, la profecía, el pregón.
Si escuchas esa voz, no endurezcas el corazón.
 V. No estamos solos

No digas: Estamos solos,
dejados de la mano de Dios, abandonados a nuestra suerte.
No es así porque el amor del Padre
sigue siendo generoso con nosotros.
 Tenemos la gran ayuda de la persona viva de Jesús,
de sus palabras hermosas.
En ellas encontramos aquella pregunta incisiva
de Jesús a Pedro:
“¿Los reyes de la tierra
a quién cobran impuestos,
a propios o a extraños?
…Para no escandalizar,
Paga por ti y por mí”.
 Pagaremos como personas libres,
como personas que construyen
la fraternidad social,
sabiendo que por encima de usurpadores,
de corruptos y de extorsionadores está el bien social,
la evidencia de que el bienestar de todos
depende de la solidaridad común.
 No estamos solos,
Jesús el libre,
el compasivo,
el solidario activo
el ciudadano amable
está en nuestro mismo caminar.
 VI. Y está la Palabra

Y está la Palabra, nuestra buena
y cotidiana acompañante.
Nos acompañará este año
la buena noticia de san Lucas,
noticia buena para paganos,
noticia que quiere ser leída y escuchada
no solamente en las iglesia
o en las facultades de teología,
sino allí donde la gente vive: en la calle,
en el trabajo, en el ocio, en la relación.
No secuestréis mi Evangelio,
dice Lucas a las personas religiosas,
ofrecedlo a toda persona que anhele el bien,
la justicia, la compasión, la bondad, el gozo.
Esos son los valores de mi evangelio;
con ellos podréis construir mejor
el cimiento de la nueva ciudad que anheláis.
 VII. Y la fraternidad parroquial, arciprestal, social

Y será también un apoyo
la fraternidad parroquial,
la ayuda de la comunidad de creyentes,
la fraternidad arciprestal,
la fraternidad ciudadana,
la certeza de que somos muchos
quienes deseamos esa ciudadanía nueva.
Es cierto que la voz de los muchos
se escucha menos que las voces,
pocas y estridentes, de quienes ostentan el poder.
Por eso la Cuaresma y la Pascua
devuelven la voz a quienes se la han quitado
y la quieren retirar
a quien tiene demasiada voz.
 Somos muchos quienes no hemos perdido el anhelo
de llegar a la ciudad nueva,
la de la justicia cumplida,
sin llanto,
sin luto,
sin dolor,
sin extorsión,
sin violencia,
sin desamor.
La fraternidad es la casa
de la que partimos
y que deseamos construir
para que termine albergando
a toda persona,
a toda realidad.

 VIII. Cuaresma y Pascua hermanadas

Cuaresma y Pascua hermanadas:
una Cuaresma lúcida
anuncia una Pascua de gozo;
una Cuaresma espiritual
anuncia a un Jesús más vivo;
una Cuaresma de honradez
anuncia una Pascua de fraternidad;
una Cuaresma de solidaridad
anuncia una Pascua de verdad;
una Cuaresma de compasión y ternura
anuncia una Pascua de vida.

 IX. Un nuevo amanecer

Dice Pablo con tino que Jesús anunciaría
UN NUEVO AMANECER.
No una filosofía,
ni una religión,
ni una moral,
ni un sistema económico.
Un nuevo amanecer,
una posibilidad,
un futuro en las manos,
un señorío desde la humildad,
un presente lleno de amor,
un futuro compartido en justicia,
un gozo para las lágrimas
de quienes nadie consuela.
Un nuevo amanecer.
Eso es la Pascua,
eso es lo que la Cuaresma nos anuncia.
Como decía el Señor: “Quien tenga oídos,
que oiga”. quien tenga sensibilidad,
acogida, fe.



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