
LA OTRA NOCHE TUVE UN SUEÑO
Por Antonio DIAZ TORTAJADA
Sacerdote-periodista
Mis noches son muy tranquilas.
Suelo dormir mis siete horas. Aunque –tal vez por la edad—me suelo despertad un par de veces, pero en breves minutos recojo de nuevo el sueño.
Ahora suelo soñar muy poco.
Cuando tenía menos años, los sueños eran más frecuentes.
Cuando tenía menos años, los sueños eran más frecuentes.
Pero…la otra noche tuve un sueño, sueño era, pero que me gustaría que fuese realidad.
Como lo soñé y lo recuerdo, os lo cuento.
Era un Viernes Santo. No tenía fecha, ni mes donde ubicarlo. Las calles y las plazas de estos nuestros poblados Marítimos se iban llenando de imágenes que las
recorrerían en procesión en hermosos tronos y a hombros de esforzados "costaleros" y acompañados por sufridos penitentes; unos con los pies descalzos, otros flagelando sus carnes, otros debajo de capirotes de distintos colores, ante la mirada curiosa o displicente de turistas y curiosos.

No creo que nadie se pudiera atrever a cuestionar la belleza de las imágenes que paseaban por nuestras calles y que se exhibían en la procesión del Viernes Santo de la Semana Santa Marinera.
Era un conjunto de imágenes bellísimas, desde Salzillo a Gregorio Fernández y a través de un zigzagueante recorrido podía admirar una sucesión de imágenes de cuyo valor estético era difícil escapar. Por otra parte, la organización de la procesión podía rivalizar en boato y ostentación, haciendo que los visitantes y turistas quedaban admirados por este espectáculo lleno de colorido y, en la mayoría de los casos, de seriedad y buen gusto.

¿Penitencia? ¿Oración? ¿Fidelidad al proyecto del Evangelio que representaban los pasos? me pregunté… Esta calificación es lo primero, que a mi entender, empezaba a poder ser cuestionada. Todo era un clima de oración. Por supuesto que nadie puede entrar en los sentimientos de todos y cada uno de los participantes de las procesiones, y menos yo que contemplaba aquel hermoso acontecimiento de fe, pero lo que trascendía de la actitud de la mayoría de los que participaban en aquella procesión, más parecería una manifestación festiva de ostentación y vanidad.

¿Y qué decían las autoridades religiosas?
Nada. No decían nada, porque quieren creer que todos los que asistían y participaban en estas “representaciones” son los fieles adictos a su doctrina que no dudaban en lanzarse a la calle para hacer ostentación de sus creencias. Incluso, algunos, se ponían un lazo blanco en la solapa. Yo no entendía lo que significaba aquel lazo. Pero después me lo explicaron. Era para protestar contra la ley de regularización del aborto que estaba elaborando el gobierno sobre esas realidades vivas que llevan en el vientre materno las mujeres y que la Premio Nobel de Medicina y después nombrada Ministra, había descubierto que no eran seres humanos. Nadie me dijo lo que eran.

Y me sorprendió que ese conjunto de pasos hubiese una gran cantidad de nuevas cofradías que nunca las había visto procesionar. Son nuevas aprobaciones, me contestaron. Era un enriquecimiento de la Semana Santa. Allí estaban, junto al Cristo de la Palma, la Flagelación del Señor o María Santísima de las Angustias, muy conocidas por todos, las nuevas: Hermandad del Cristo de los astilleros navales, cofradía de las Siete Palabras, o la Hermandad de la negación de Pedro… Algunas más habían, pero no las recuerdo.
En esto, sonó mi despertador… Y me dí cuenta que todo había sido un sueño… Que hermoso hubiera sido, si todo hubiese siendo una realidad constatable y medible… Pero todo era un sueño.
El recorrido de Atarazanas y la calle Escalante, habría que estudiarlo con detenimiento, ahora que, las vías el tren dificultan el acceso a Francisco Cubells.
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